Así es ella
poco ortodoxa
desde la sombra a los pies
desde los pies a la sonrisa
desde la sonrisa al alma
nunca te implanta sus mariposas en la boca del estómago porque entiende mejor que nadie que ahí al principio dan cosquillas pero con el tiempo indigestan, intoxican y te ves obligado a maldecirlas, a escupirlas, a vomitarlas incluso,
en su lugar; siempre te las va alojando en el centro mismo del pecho donde se anidan y vuelan día tras día hasta que tu corazón se acostumbra a latir en unísono con el batir de las alas.