24 de enero

12 1 0
                                    

Me gusta la oscuridad,
la oscuridad es un espejo de 360 grados en donde me burlo de mi misma y me aprecio,
desde todos los ángulos,
cuando me miro puedo ver detrás de mi a mi sombra,
la del pasado,
a mi yo,
la de antes,
siempre viene del mar,
parece un soplido de cenizas y salitre pero con caderas,
caderas que no se contonean hacia ningún destino,
me voy a la cama,
ella viene conmigo,
me acorrala contra la pared,
me abraza por la espalda,
como sí fuera un acto de amor y no de dominio,
nos reímos juntas quién sabe de qué,
me dice al oído que cree en los unicornios,
yo le digo que creo en los humanos, 'eres más boba que yo' me dice
y tiene razón,
su voz es caliente y me hace hervir lugares de mi cuerpo que en la oscuridad no se exactamente donde quedan,
sé que piensa que huelo a miedo
y otra vez tiene razón,
por eso no me deja ir de frente,
hacia mi otra yo,
la del futuro,
cuando estoy a punto de dejarla me inyecta en las venas una dosis alta de dejavus,
me da un ir y volver de aquellos pocos momentos en los que realmente hemos sido felices,
ambas,
sin estropearlo,
así drogadas me echa en cara que no le gustan los gatos,
pero es una bastarda,
me acaricia el pelo hasta que yo ronroneo,
luego llora,
yo le digo que ella no es una chica triste
pero ella dice 'tu sí',
no la entiendo hasta que vuelvo mi vista a los espejos,
me veo rasgando mi piel con uñas y dientes, como sí tuviera acaros en los mismísimos huesos y quisiera abrirles un portal,
le hemos llamado acaros al dolor por mera cuestión de estética,
yo no me quejo,
estamos a oscuras y ella me lame,
dice que nuestra sangre sabe a nuestra adicción de ser chicas tristes que viven felices,
cuando ya no están a oscuras,
sin duda,
tiene razón,
bailamos tango bajo mi sangre,
desnudas,
sí alguien encendiera la luz, vería masacré,
nosotros sentimos lluvia,
somos arte,
tenemos los cuerpos menos obscenos del mundo aunque nadie nos lo vaya a decir nunca,
hacemos esto todas las noches,
nos suicidamos en nuestro pequeño universo,
nacemos por las mañanas,
nos pintamos los labios de rojo,
rojo sangre,
mordemos el mundo y así a mordiscos completamos los pedazos que yo,
con ella,
anclada a mis espaldas,
me arranco por las noches.

El diario de varios/desvaríos poéticos Where stories live. Discover now