21 de marzo

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Éramos pequeñas ráfagas de felicidad
-o de algo muy parecido-
Éramos besos furtivos en la cocina,
Conversaciones a destiempo en las escaleras,
Nos enredábamos,
Si, sus brazos y los míos,
En abrazos,
Abrazos que nos fundían en una manera de querer espesa y dulce,
dulce como para embriagarse de sueños,
Éramos ratos,
a veces largos,
después cortos,
Pero sobre todo,
éramos ratos aplazados,
Yo corría por praderas que me llevaban a pescar atardeceres y sus olvidos,
El me dejaba,
me desterraba de sus entrañas,
con mi ausencia incluida,
con mis babas y con mis olores,
El lo hacía consciente de mis mil maneras de volver,
Porque sin importar que tan lejos me fuera,
Yo siempre volvía,
Y el siempre me esperaba,
De brazos abiertos,
Y volvíamos a enredarnos,
A abrazarnos sin cautela,
A querernos
-sin decirlo-
Pero la magia se rompe o la joden pequeños errores de cálculo,
Paso que la última vez cuando el llego a nuestro último beso para esperarme, era demasiado temprano,
O yo había extraviado las manecillas de mi reloj en el mar y era quién llegaba demasiado tarde,
-todavía no lo sabemos con exactitud-
El asunto es que sus brazos ya no estaban abiertos,
esperando,
Estaban enredados,
Abrazados,
fundidos,
En otras caderas,
En otro torso,
En otra mujer,
Y esa mujer no era yo,
Nunca más seré yo,
A veces nos vemos,
Nos vemos sin mirarnos,
Nos miramos pero en secreto,
Nos miramos lejos de los ojos del otro,
Porque somos conscientes de que nunca más nos podremos guardar en las pupilas del otro
-para quedarnos-
Y así,
el desde su balcón,
mirando a su mujer,
hablándole a su mujer,
y yo desde mi balcón,
mirando a la luna,
hablándole a la luna,
nos extrañamos,
-nos extrañamos sin querer, sin poder gritarlo o susurrarlo-
Y nos duele,
pero un dolor de esos que uno no quiere dejar de sentir
-porque es lo único que nos sigue uniendo-
Y porque en el fondo no queremos
des-unirnos

El diario de varios/desvaríos poéticos Where stories live. Discover now