Están estos días de mierda,
en los que pudiendo ser jardín,
me sale mejor ser desierto,
están estos días en los que no escribo poemas,
en primer lugar me gusta pensar que es porque no se me viene en gana y punto,
en segundo lugar/que es más o menos la verdad,
no lo hago porque no puedo,
cada vez que trato de escupir algo al papel,
las letras se me enmarañan,
y se quedan dentro de mi como nudo en la garganta,
están estos días en que comprendo que aunque yo no tenga la culpa de que el mundo a veces sea un lugar tan feo,
lo es y yo no puedo cambiarlo,
ni siquiera con mi aporte personal,
porque en estos días yo también puedo ver en mi sombra y en mi reflejo/mi lado completamente mierda,
lo cual me jode y me entusiasma
y también viceversa,
me jode porque cuando me salta a mi propia vista mi mierda ni yo misma me quiero,
me entusiasma porque es una cosa que cala adentro,
un sentimiento visceral que me trae a plena conciencia el hecho de que estoy viva,
de que aún siento,
que me duele,
que sufro,
que puedo gritar/aunque sea en silencio,
quiero decir de afuera para adentro, como ahora,
estos días de mierda son mi recordatorio de que a pesar de todo aún no me he deshumanizado del todo de mi misma,
que la tristeza sigue sin anularme por completo,
que la nebulosa que construye lentamente todas estas grandes tormentas y resfriados emocionales no ha podido tragárselo todo,
y eso es algo bueno/dentro de lo malo.