La cruda verdad es que extraño su manera de hacerme reír,
de sacarme de mis problemas,
de regañarme,
de cuidar de mi,
de ser siempre mi compañero,
mi confidente,
mis ojos,
mis dos manos,
extraño su perfume de catálogo,
su sonrisa,
su manera de caminar,
su método para ponerse la corbata en el carro los Domingos por la mañana, su manera de consolarme,
de no dejarme llorar en lugares que no fueran sus hombros,
su paciencia de llenarme de 'te amos' que acababan en un 'yo también' y de aceptarme completa,
con mis dramas personales y mis defectos,
siempre será una de las personas que más se entregó,
que más amor me dio,
y sin importar cuanto tiempo siga pasando conservara un lugar en mi corazón que siempre será su casa, aunque al final como ha sido desde el principio nosotros no seamos exactamente el uno para el otro.