No todo en la vida sale como uno quiere. Las historias de amor no siempre acaban bien, y, la verdad, quizá ni siquiera todo el mundo cree en el amor.
Me llamo Katina, tengo 18 años, soy rubia, de ojos verdes y complexión delgada. Mis padres siempre han sido estrictos conmigo: todas las mañanas salgo a correr con mi padre, que es dietista, que no pierde oportunidad para recordarme lo importante que es comer bien y evitar la comida basura. Y mi mamá, profesora, quien constantemente me dice que debo centrarme en mis estudios para tener un buen futuro. Y ahora, para rematar, han decidido enviarme a un internado. Supongo que al menos hay un lado bueno en todo esto: me alejaré de ellos por un tiempo.
Siempre me han dicho que soy una chica amable, y creo que es cierto... me encariño rápido con las personas que siento que merecen la pena. Pero como todos, tengo mi carácter, y a veces puedo ser un poco dura. Tal vez tenga algo que ver con el hecho de que no creo en el amor y me han hecho mucho daño.
No tengo novio, ni quiero uno. Mi última relación terminó mal, mi exnovio era, sinceramente, un cerdo. Y, ¿para qué volver a enamorarme? ¿Para quedar atrapada en el mismo bucle una y otra vez?
Pero la vida, aunque no siempre salga como esperamos, a veces tiene giros inesperados. ¿Quién sabe qué me depara este nuevo lugar?
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Polos opuestos.
RomanceNo todo en la vida sucede como uno espera. Las historias de amor no siempre tienen un final feliz, y, para algunos, el amor ni siquiera parece real. Me llamo Katina, tengo 18 años, y soy una chica que siempre se ha considerado amable y de corazón rá...