Capítulo 37

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Katina

Me termino de vestir y me miro en el espejo. El vestido  negro se ajusta a mi figura, con mangas largas y una longitud que llega un par de dedos por encima de mis rodillas. Me siento lista, pero antes de salir, me aseguro de peinarme bien y aplicarme un poco de perfume. Quiero estar perfecta para la noche.

Justo en ese momento, Gabriel sale del baño y no puedo evitar sonreír al verlo.

— Madre mía. –Admiro su figura–

Él me mira de arriba a abajo y su sonrisa ilumina completamente su rostro.

— Estás preciosa. –Me dice mientras se acerca, la admiración es evidente en sus ojos–

— Tú también. –Respondo, sintiendo un cosquilleo de emoción–

Con un gesto suave, agarra mi cintura y me besa lentamente. Es un beso que promete una noche especial. Termino de abrochar los botones de su camisa mientras él se mira en el espejo.

— Ahora sí. –Declara, satisfecho con su aspecto–

Finalmente, terminamos de prepararnos y nos montamos en el coche de Darío. La música suena en el ambiente y la expectativa crece a medida que nos acercamos a la casa. Al llegar, me sorprende lo grande que es.

Tocamos la puerta y nos abre un chico alto, rubio, con ojos azules que parecen brillar bajo la luz. Es muy atractivo. Saluda a los gemelos y cuando me mira, una sonrisa cálida se dibuja en su rostro.

— Hola, me llamo Marc. –Dice, acercándose para darme dos besos en la mejilla–

— Encantada, yo soy Katina. –Sonrío–

— Bonito nombre. –Comenta, y su elogio me hace sentir un poco más segura–

Entramos en la casa, que está llena de gente. Cogemos unas bebidas y buscamos un lugar para sentarnos. Elijo sentarme sobre las piernas de Gabriel, disfrutando de la calidez de su cuerpo. Marc nos observa con una sonrisa.

— ¿Tú novia? –Levanta una de sus cejas–

Mi mirada viaja hacia Gabriel, quien me sonríe con orgullo.

— Sí. –Confirma–

— Me alegro tanto de que los hayas superado.
–Responde con una sonrisa, y Gabriel le agradece con un gesto sincero–

— Consiguió que sonriera de nuevo. –Comenta Darío, mirándome con complicidad–

— Pues me alegro de que hayas vuelto a sonreír de esta manera. –Admite sincero– El Gabriel de antes definitivamente ha vuelto, incluso mejorado.

La noche avanza entre bailes, risas y conversaciones animadas. Todo parece perfecto. Cuando volvemos a sentarnos, no puedo evitar observar a Gabriel, su risa es contagiosa y su alegría me llena de felicidad.

— Voy al baño. –Anuncio–

Me acerco a Marc y le pregunto dónde está el baño. Él amablemente me acompaña y entro con tranquilidad. Al salir, vuelvo y me encuentro con una escena que me hace detenerme en seco. Veo cómo una chica se aleja del lado de Gabriel.

Gabriel

La chica se marcha y veo a Katina regresar acompañada de Marc. Se sienta a mi lado, con un brillo en sus ojos que me hace sonreír.

— ¿Ha pasado algo?

— No, solo que esa chica ha intentado ligar conmigo.

Ella asiente lentamente y me muestra una sonrisa, en realidad no parece preocupada.

— ¿Sabes qué le he dicho? –Murmuro mirando sus labios–

— ¿Qué? –Inquiere, curiosa–

— Que no quería nada con ella, que tengo la novia más perfecta del universo y no voy a perderla por nada.

Ella me mira con un brillo especial en sus ojos, y una sonrisa preciosa se dibuja en su rostro.

— Te amo. –Susurra acariciando mi cabello–

— Y yo a ti cariño. –Nos besamos con suavidad–

Katina

Voy a buscar algo para beber, y mientras me muevo por la multitud, un chico se me acerca con una sonrisa de oreja a oreja.

— Hola, guapísima. –Saluda y mi incomodidad crece–

— Adiós. –Intento ignorarlo–

— Vamos, no seas así. –Insiste, acercándose más–

Cuando me giro para irme, siento un fuerte golpe en mi trasero. Me doy la vuelta, lista para confrontarlo, pero veo a Marc agarrando el cuello de su camisa.

— No vuelvas a tocarla. –Advierte con una mirada seria–

El chico se queda paralizado por un momento, y Marc lo suelta, haciendo que otros chicos que están cerca se lo lleven.

Marc se acerca a mí, con ojos preocupados.

— ¿Estás bien? –Asiento, sintiéndome aliviada de que él esté aquí–

Me acerco a él y lo abrazo, agradecida.

— Gracias, Marc.

Regresamos donde están Darío y Gabriel, y ellos nos miran con curiosidad.

— Y esas caras, ¿qué ha pasado? –Pregunta Gabriel, su expresión muestra una mezcla de preocupación y diversión–

Polos opuestos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora