Katina
Me termino de vestir y me miro en el espejo. El vestido negro se ajusta a mi figura, con mangas largas y una longitud que llega un par de dedos por encima de mis rodillas. Me siento lista, pero antes de salir, me aseguro de peinarme bien y aplicarme un poco de perfume. Quiero estar perfecta para la noche.
Justo en ese momento, Gabriel sale del baño y no puedo evitar sonreír al verlo.
— Madre mía. –Admiro su figura–
Él me mira de arriba a abajo y su sonrisa ilumina completamente su rostro.
— Estás preciosa. –Me dice mientras se acerca, la admiración es evidente en sus ojos–
— Tú también. –Respondo, sintiendo un cosquilleo de emoción–
Con un gesto suave, agarra mi cintura y me besa lentamente. Es un beso que promete una noche especial. Termino de abrochar los botones de su camisa mientras él se mira en el espejo.
— Ahora sí. –Declara, satisfecho con su aspecto–
Finalmente, terminamos de prepararnos y nos montamos en el coche de Darío. La música suena en el ambiente y la expectativa crece a medida que nos acercamos a la casa. Al llegar, me sorprende lo grande que es.
Tocamos la puerta y nos abre un chico alto, rubio, con ojos azules que parecen brillar bajo la luz. Es muy atractivo. Saluda a los gemelos y cuando me mira, una sonrisa cálida se dibuja en su rostro.
— Hola, me llamo Marc. –Dice, acercándose para darme dos besos en la mejilla–
— Encantada, yo soy Katina. –Sonrío–
— Bonito nombre. –Comenta, y su elogio me hace sentir un poco más segura–
Entramos en la casa, que está llena de gente. Cogemos unas bebidas y buscamos un lugar para sentarnos. Elijo sentarme sobre las piernas de Gabriel, disfrutando de la calidez de su cuerpo. Marc nos observa con una sonrisa.
— ¿Tú novia? –Levanta una de sus cejas–
Mi mirada viaja hacia Gabriel, quien me sonríe con orgullo.
— Sí. –Confirma–
— Me alegro tanto de que los hayas superado.
–Responde con una sonrisa, y Gabriel le agradece con un gesto sincero–— Consiguió que sonriera de nuevo. –Comenta Darío, mirándome con complicidad–
— Pues me alegro de que hayas vuelto a sonreír de esta manera. –Admite sincero– El Gabriel de antes definitivamente ha vuelto, incluso mejorado.
La noche avanza entre bailes, risas y conversaciones animadas. Todo parece perfecto. Cuando volvemos a sentarnos, no puedo evitar observar a Gabriel, su risa es contagiosa y su alegría me llena de felicidad.
— Voy al baño. –Anuncio–
Me acerco a Marc y le pregunto dónde está el baño. Él amablemente me acompaña y entro con tranquilidad. Al salir, vuelvo y me encuentro con una escena que me hace detenerme en seco. Veo cómo una chica se aleja del lado de Gabriel.
Gabriel
La chica se marcha y veo a Katina regresar acompañada de Marc. Se sienta a mi lado, con un brillo en sus ojos que me hace sonreír.
— ¿Ha pasado algo?
— No, solo que esa chica ha intentado ligar conmigo.
Ella asiente lentamente y me muestra una sonrisa, en realidad no parece preocupada.
— ¿Sabes qué le he dicho? –Murmuro mirando sus labios–
— ¿Qué? –Inquiere, curiosa–
— Que no quería nada con ella, que tengo la novia más perfecta del universo y no voy a perderla por nada.
Ella me mira con un brillo especial en sus ojos, y una sonrisa preciosa se dibuja en su rostro.
— Te amo. –Susurra acariciando mi cabello–
— Y yo a ti cariño. –Nos besamos con suavidad–
Katina
Voy a buscar algo para beber, y mientras me muevo por la multitud, un chico se me acerca con una sonrisa de oreja a oreja.
— Hola, guapísima. –Saluda y mi incomodidad crece–
— Adiós. –Intento ignorarlo–
— Vamos, no seas así. –Insiste, acercándose más–
Cuando me giro para irme, siento un fuerte golpe en mi trasero. Me doy la vuelta, lista para confrontarlo, pero veo a Marc agarrando el cuello de su camisa.
— No vuelvas a tocarla. –Advierte con una mirada seria–
El chico se queda paralizado por un momento, y Marc lo suelta, haciendo que otros chicos que están cerca se lo lleven.
Marc se acerca a mí, con ojos preocupados.
— ¿Estás bien? –Asiento, sintiéndome aliviada de que él esté aquí–
Me acerco a él y lo abrazo, agradecida.
— Gracias, Marc.
Regresamos donde están Darío y Gabriel, y ellos nos miran con curiosidad.
— Y esas caras, ¿qué ha pasado? –Pregunta Gabriel, su expresión muestra una mezcla de preocupación y diversión–
ESTÁS LEYENDO
Polos opuestos.
RomanceNo todo en la vida sucede como uno espera. Las historias de amor no siempre tienen un final feliz, y, para algunos, el amor ni siquiera parece real. Me llamo Katina, tengo 18 años, y soy una chica que siempre se ha considerado amable y de corazón rá...