Darío
Ella me mira sonriendo, esa sonrisa que me ilumina el día, mientras esperamos a que Gabriel le traiga algo de comer.
— Tengo mucha hambre. –Suspira, su voz suena entrecortada por la debilidad–
Sonrío y acaricio su rostro con cuidado, como si temiera romper la magia de este momento.
— Te quiero mucho. –Murmuro, sintiendo una oleada de afecto–
— Yo también, Darío. –Responde, su sonrisa se ensancha y mis preocupaciones se disipan un poco–
En ese instante, la puerta se abre y Marc entra con un aire apresurado. Su mirada se dirige directamente hacia Katina, luego a mí, y compartimos un momento de entendimiento silencioso.
— Gabriel me lo contó todo ayer, y he venido a ver cómo estás. –Se acerca con pasos firmes– ¿Cómo está?
— Mucho mejor. –Le aseguro, mi voz rebosante de alivio–
— ¿De verdad estaba en coma? –Pregunta, con un toque de incredulidad en su tono mientras se acerca a nosotros–
— Sí, solo había un quince por ciento de que despertara. Y mírala, aquí tenemos a nuestra luchadora. –La señalo con orgullo–
Marc sonríe y se inclina para besar la frente de Katina, un gesto que se siente cálido y familiar.
— Te vas a recuperar muy pronto. –Asegura con confianza, su voz está llena de optimismo y ella le muestra una sonrisa–
En ese momento, Gabriel entra con una bandeja llena de comida, el aroma del café y la tostada inundando la habitación. Ayudamos a Katina a sentarse en la cama, acomodando las almohadas a su alrededor para que esté más cómoda.
— ¿Tienes hambre? –Le pregunta Gabriel, su tono es suave, casi ansioso–
Ella asiente, con una chispa de alegría que ilumina sus ojos, y me hace reír.
Miro a Gabriel y él me mira al mismo tiempo, nuestros rostros reflejando la misma mezcla de felicidad y alivio. Sonreímos como si compartiéramos un secreto que solo nosotros entendemos.
— El amor todo lo puede. –Dice Gabriel, su mirada fija en Katina, llena de ternura–
— Y más cuando es el amor de tu vida. –Responde ella, su voz apenas un susurro mientras su mirada se encuentra con la de Gabriel–
Él se acerca a ella y la besa suavemente, un beso cargado de emoción, como si cada uno de ellos le estuviera transmitiendo todo lo que ha sentido en estas semanas de incertidumbre. Es un momento que encapsula todo lo que han pasado, un momento en el que el amor se siente palpable en el aire.
— Prometo que todo va a estar bien. –Le dice Gabriel, su voz es firme y llena de convicción–
— Lo sé. –Responde, su sonrisa iluminando la habitación aún más–
Mientras los tres compartimos este pequeño momento de felicidad, siento que el amor entre ellos es la fuerza que los mantendrá unidos en los días venideros. No importa lo que haya pasado, el vínculo que han forjado es indestructible.
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Polos opuestos.
RomantizmNo todo en la vida sucede como uno espera. Las historias de amor no siempre tienen un final feliz, y, para algunos, el amor ni siquiera parece real. Me llamo Katina, tengo 18 años, y soy una chica que siempre se ha considerado amable y de corazón rá...