Capítulo 21

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Darío

Voy caminando por el pasillo cuando Carla me intercepta. Está molesta y no pierde tiempo en quejarse.

— ¿Qué quieres ahora?

— Tu hermano. Desde que llegó esa chica nueva, Katina, él ya no quiere estar conmigo. ¿No lo ves?
–Habla con frustración–

La miro y decido ir directo al grano.

— Déjalo, Carla. Quizás Gabriel se está enamorando de ella. –Le digo, viendo cómo su expresión cambia entre sorpresa y enojo–

Sin decir más, me marcho y la dejo atrás, con la palabra en la boca. Camino hasta la habitación de Katina y toco la puerta. Ella abre unos segundos después, con una sonrisa cansada y los ojos un poco rojos.

— Es una larga historia. –Dice, encogiéndose de hombros–

Al entrar, noto que Gabriel está dormido en su cama. Katina sonríe y se sienta junto a él, mirándolo con una ternura que no había visto antes.

— Se quedó dormido hace unos quince minutos. No ha tenido una buena noche. –Dice en voz baja, mirándolo mientras él respira suavemente–

Me siento a su lado, y justo en ese momento, Gabriel se mueve en sueños. Extiende su brazo, como si buscara algo, y cuando toca a Katina, la atrae hacia él, abrazándola en un gesto instintivo.

Ella me lanza una mirada divertida y sonríe.

— Parece que alguien está bajando sus barreras. 
–Bromea, mientras intenta acomodarse sin despertarlo–

— Y que lo digas. –Susurro, riendo bajo–

Seguimos conversando en voz baja mientras Gabriel duerme plácidamente, disfrutando de la tranquilidad del momento. Pero después de un rato, él se despierta de repente. Tiene los ojos húmedos, y Katina y yo nos miramos, notando algo distinto en su expresión.

— He soñado con Zaida. –Murmura, con un aire sombrío–

— ¿Tu exnovia? –Pregunta Katina, sorprendida–

— Sí. –Responde él, dejando escapar un suspiro–

Gabriel

Ambos me observan en silencio, esperando a que continúe. Me siento entre los dos, buscando las palabras para explicar lo que acabo de experimentar.

— Todo se volvió blanco y de repente Zaida apareció. Me dijo que nada de lo que ocurrió fue mi culpa... y que ya no era a ella a quien amaba.

Sus ojos reflejan tristeza al escucharme. Siento una mano sobre mi hombro, y cuando levanto la vista, veo que es la de Darío.

— ¿Estás bien, hermano? –Su tono es suave–

— No lo sé. –Admito, y me pongo de pie, pasando una mano por mi rostro–

Katina me mira con empatía y da un paso hacia mí.

— A veces los sueños nos muestran cosas que no siempre entendemos de inmediato. Quizás Zaida solo quiere que encuentres paz.

Polos opuestos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora