Katina
Después de tres días de incertidumbre y dolor, finalmente me dan el alta. El regreso a casa es un alivio, aunque las cicatrices emocionales aún duelen.
— Acuéstate. –Me dice Gabriel mientras entramos en la habitación–
Asiento y me dejo caer sobre la cama, sintiendo el suave acolchado contra mi piel.
Gabriel se quita la camisa y luego el pantalón, quedándose solo en bóxer. Su figura es poderosa, y un escalofrío de anticipación recorre mi cuerpo al verlo así. Se pone un pantalón cómodo y se acuesta a mi lado. Un suspiro se escapa de mis labios.
— ¿Estás mejor? –Su tono está lleno de preocupación–
— Un poco. –Asiento, aunque siento que todavía tengo mucho por sanar–
Él se sienta en la cama y mantiene sus ojos fijos en mí.
Puedo sentir el peso de su mirada, una mezcla de amor y deseo. Entonces, sin pensarlo, me siento encima de él y beso suavemente sus labios.— Gabriel... –Susurro, sintiendo cómo su nombre fluye de mis labios como un mantra–
—Dime. –Contesta en un susurro–
— ¿Te puedo pedir un favor? –Pregunto, sintiendo que el aire se espesa entre nosotros–
— Claro que sí, lo que desees. –Me mira con curiosidad–
— Hazme el amor. –Mis ojos se clavan en los suyos, dispuesta a abrirme por completo a él–
Una sonrisa suave se dibuja en su rostro mientras apoya sus manos sobre mis mejillas, sus pulgares acariciando mis labios con ternura.
— Aún estás débil. –Su tono es firme–
Frustrada, me acerco y lo beso, tomando su rostro entre mis manos.
— Por favor. –Susurro cerca de sus labios, sintiendo cómo su resistencia empieza a desvanecerse–
La conexión entre nosotros se intensifica, y él me besa lentamente, como si quisiera transmitir todo su amor a través de ese gesto. Su mano baja lentamente por mi cintura, acariciando mi piel con delicadeza. En un movimiento decidido, se coloca sobre mí, asegurándose de no dejar caer su peso sobre mí, un gesto protector que me hace sentir segura. Empieza a besar mi cuello suavemente, dejando una estela de fuego en mi piel.
Gabriel
La siento bajo mí, llena de deseo y hermosa. Katina siempre ha sido una fuerza, pero ahora, después de todo lo que ha pasado, quiero ser su refugio. Nos desnudamos mutuamente, dejando caer las barreras que nos separan. Cada prenda que se desliza de nuestros cuerpos es un acto de entrega, una promesa de que estaremos juntos en este momento.
Nuestras caricias son suaves y lentas, como si el tiempo se hubiera detenido para permitirnos disfrutar de este reencuentro.
— Te amo. –Murmuro entre besos, sintiendo cómo su piel cálida contra la mía enciende una chispa en mi interior–
Ella sonrie entre nuestros labios, sus ojos brillando con un amor que me consume. Su mano se aferra a mi cuello, atrayéndome hacia ella mientras me besa de nuevo. Es un beso lleno de pasión y ternura, una mezcla perfecta que me hace perder la noción del tiempo.
Con cada caricia, siento que las heridas de su pasado se desvanecen un poco más. Me muevo con cuidado, explorando su cuerpo con mis manos, cada centímetro de su piel es conocido y a la vez nuevo.
— Eres perfecta. –Susurro contra sus labios, y siento cómo ella se estremece al oírlo–
Nos entregamos al momento, dejando que la pasión hable por nosotros. Los susurros y los gemidos suaves llenan la habitación mientras nos sumergimos en nuestra conexión, dejando que el mundo exterior desaparezca.
El ritmo de nuestros cuerpos se vuelve una danza delicada, donde cada movimiento está lleno de significado. Katina se arquea hacia mí, y puedo sentir su necesidad reflejada en cada caricia.
Katina
El placer me envuelve, y por un momento, olvido todo lo que ha pasado. En su abrazo, encuentro consuelo y amor, y mi corazón late con fuerza al ritmo de nuestra intimidad.
Cada beso es un recordatorio de que estoy viva, de que estamos juntos, y de que somos más fuertes de lo que jamás imaginé. Gabriel me sostiene con firmeza, pero también con una suavidad que me tranquiliza. Mis manos recorren su espalda, sintiendo los músculos tensos y el calor que emana de él. Cada suspiro compartido es un pacto silencioso, un compromiso de que, sin importar lo que suceda, estaremos ahí el uno para el otro.
En el clímax de nuestra unión, el mundo se desdibuja. Solo existimos nosotros, atrapados en una burbuja de amor y deseo. El éxtasis nos envuelve, y cuando finalmente alcanzamos el punto culminante, siento que todas las piezas de mi vida encajan, como si todo lo que había sucedido me hubiera llevado a este instante.
Gabriel
Nos quedamos allí, entrelazados, con las respiraciones entrecortadas, y una sonrisa de satisfacción se dibuja en mi rostro. Beso su frente, sintiendo que ha sanado un poco más en mis brazos.
— Siempre estaré aquí, cariño. Siempre. –Susurro, convencido de que lo que hemos compartido es solo el principio de una nueva etapa en nuestras vidas–
Ella asiente y sus ojos brillan con lágrimas de felicidad.
— Lo sé, mi amor. Te amo.
Y en ese momento, siento que, sin importar lo que nos depare el futuro, tenemos el poder de enfrentarlo juntos.
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Polos opuestos.
RomanceNo todo en la vida sucede como uno espera. Las historias de amor no siempre tienen un final feliz, y, para algunos, el amor ni siquiera parece real. Me llamo Katina, tengo 18 años, y soy una chica que siempre se ha considerado amable y de corazón rá...