Gabriel
Miro la cadena en mis manos y un suspiro escapa de mis labios. Es un recordatorio del pasado que aún me pesa. La guardo en una pequeña caja y la meto en el cajón, como si al hacerlo pudiera cerrar esa puerta de una vez por todas.
De repente, siento un toque suave en mi hombro. Me giro y encuentro a Katina mirándome con esos ojos que iluminan mi mundo.
— No hace falta que hagas eso. –Dice con una suavidad que me envuelve–
Suspiro nuevamente, esta vez de alivio, y me levanto. La acerco a mí, envolviendo su cintura con mis brazos, dejando un beso sobre sus labios que sabe a promesas renovadas.
— Ella es pasado. –Le hago saber con sinceridad– Mi presente eres tú, la chica que amo ahora mismo, y voy a amarte siempre.
Ella sonríe, una sonrisa que derrite cualquier sombra de duda que pueda quedar en mi corazón. Con delicadeza, pasa su mano por mi cabello, peinándolo con delicadeza.
— Te amo. –Susurra, y siento que esas palabras son la melodía más hermosa que he escuchado–
Sonrío, sintiendo que el amor rebosa en mi pecho, y la acerco más a mí, casi como si no quisiera que se alejara nunca.
— Dilo otra vez. –Susurro cerca de sus labios, anhelando escucharla de nuevo–
— Te amo. –Repite, y esta vez sus palabras son aún más firmes–
El latido de mi corazón se acelera, y la beso lentamente, un beso lleno de ternura y pasión. Ella me sigue con gusto, y al terminar, no puedo evitar sonreír mientras ella muerde mi labio inferior con un toque juguetón.
—Yo te amo más. –Digo, desafiando con mi voz–
Ella niega con la cabeza, provocándome a reír.
— ¡Mentira! Yo te amo más, y lo sabes. –Replica, disfrutando del juego–
— No, yo más. –Insiste, haciendo un puchero que me hace querer reír aún más–
La miro, sintiendo una mezcla de ternura y diversión. Sin pensarlo dos veces, la agarro en brazos y la acuesto suavemente sobre la cama. Apoyo mis manos a cada lado de su cabeza, mirándola a los ojos.
— Admito que yo te amo más. –La desafío–
— Mmh... no, yo te amo más. –Responde con determinación–
— Prepárate para sufrir. –Le advierto, con un brillo travieso en los ojos–
— ¿Qué? –Frunce el ceño, confundida pero intrigada–
Levanto su camiseta con un gesto juguetón, moviendo mis cejas de arriba a abajo, lo que provoca su risa.
— ¡Gabriel, no! –Exclama, riendo a carcajadas–
Comienzo a hacerle cosquillas, y su risa llena la habitación, es contagiosa y deliciosa. Ella patalea y se retuerce, intentando escapar de mi ataque, gritando que pare.
— Admite que yo te amo más. –Grito entre risas, disfrutando de su alegría–
— ¡Nunca! –Responde, a pesar de que su risa traiciona su resistencia–
Me detengo un momento, dejándola recuperar la respiración, pero en cuanto veo su cara sonriente, no puedo resistir comenzar de nuevo.
— Vale, vale, lo admito, tú me amas más. –Confiesa entre risas, su voz sonando entrecortada–
Dejo de hacerle cosquillas, y ella me mira con una mezcla de diversión y rendición.
Sonrío, apoyando los codos en la cama y acercándome a sus labios.
— Por cosas como estas, cada día me vuelves más loco.
–Susurro, sintiendo que este momento se queda grabado en mi corazón–Ella me mira a los ojos, y sé que no hay lugar en el mundo donde preferiría estar más que aquí, con ella.
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Polos opuestos.
RomanceNo todo en la vida sucede como uno espera. Las historias de amor no siempre tienen un final feliz, y, para algunos, el amor ni siquiera parece real. Me llamo Katina, tengo 18 años, y soy una chica que siempre se ha considerado amable y de corazón rá...