Capítulo 36

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Gabriel

Miro la cadena en mis manos y un suspiro escapa de mis labios. Es un recordatorio del pasado que aún me pesa. La guardo en una pequeña caja y la meto en el cajón, como si al hacerlo pudiera cerrar esa puerta de una vez por todas.

De repente, siento un toque suave en mi hombro. Me giro y encuentro a Katina mirándome con esos ojos que iluminan mi mundo.

— No hace falta que hagas eso. –Dice con una suavidad que me envuelve–

Suspiro nuevamente, esta vez de alivio, y me levanto. La acerco a mí, envolviendo su cintura con mis brazos, dejando un beso sobre sus labios que sabe a promesas renovadas.

— Ella es pasado. –Le hago saber con sinceridad– Mi presente eres tú, la chica que amo ahora mismo, y voy a amarte siempre.

Ella sonríe, una sonrisa que derrite cualquier sombra de duda que pueda quedar en mi corazón. Con delicadeza, pasa su mano por mi cabello, peinándolo con delicadeza.

— Te amo. –Susurra, y siento que esas palabras son la melodía más hermosa que he escuchado–

Sonrío, sintiendo que el amor rebosa en mi pecho, y la acerco más a mí, casi como si no quisiera que se alejara nunca.

— Dilo otra vez. –Susurro cerca de sus labios, anhelando escucharla de nuevo–

— Te amo. –Repite, y esta vez sus palabras son aún más firmes–

El latido de mi corazón se acelera, y la beso lentamente, un beso lleno de ternura y pasión. Ella me sigue con gusto, y al terminar, no puedo evitar sonreír mientras ella muerde mi labio inferior con un toque juguetón.

—Yo te amo más. –Digo, desafiando con mi voz–

Ella niega con la cabeza, provocándome a reír.

— ¡Mentira! Yo te amo más, y lo sabes. –Replica, disfrutando del juego–

— No, yo más. –Insiste, haciendo un puchero que me hace querer reír aún más–

La miro, sintiendo una mezcla de ternura y diversión. Sin pensarlo dos veces, la agarro en brazos y la acuesto suavemente sobre la cama. Apoyo mis manos a cada lado de su cabeza, mirándola a los ojos.

— Admito que yo te amo más. –La desafío–

— Mmh... no, yo te amo más. –Responde con determinación–

— Prepárate para sufrir. –Le advierto, con un brillo travieso en los ojos–

— ¿Qué? –Frunce el ceño, confundida pero intrigada–

Levanto su camiseta con un gesto juguetón, moviendo mis cejas de arriba a abajo, lo que provoca su risa.

— ¡Gabriel, no! –Exclama, riendo a carcajadas–

Comienzo a hacerle cosquillas, y su risa llena la habitación, es contagiosa y deliciosa. Ella patalea y se retuerce, intentando escapar de mi ataque, gritando que pare.

— Admite que yo te amo más. –Grito entre risas, disfrutando de su alegría–

— ¡Nunca! –Responde, a pesar de que su risa traiciona su resistencia–

Me detengo un momento, dejándola recuperar la respiración, pero en cuanto veo su cara sonriente, no puedo resistir comenzar de nuevo.

— Vale, vale, lo admito, tú me amas más. –Confiesa entre risas, su voz sonando entrecortada–

Dejo de hacerle cosquillas, y ella me mira con una mezcla de diversión y rendición.

Sonrío, apoyando los codos en la cama y acercándome a sus labios.

— Por cosas como estas, cada día me vuelves más loco.
–Susurro, sintiendo que este momento se queda grabado en mi corazón–

Ella me mira a los ojos, y sé que no hay lugar en el mundo donde preferiría estar más que aquí, con ella.

Polos opuestos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora