Gabriel
Poco a poco, Katina se va quedando dormida en mis brazos. Acaricio suavemente su rostro y beso sus labios, sintiendo la calidez de su piel. Cierro los ojos, dejándome llevar por el cansancio, y me acomodo a su lado.
[ . . . ]
La luz del día entra por la ventana y me despierto, frotándome los ojos para despejarme. Al mirar a mi lado, me doy cuenta de que no está. Un ligero temor me invade mientras me levanto de la cama y salgo de la habitación.
La encuentro en la sala, envuelta en una toalla y con una sonrisa iluminando su rostro al verme.
— ¡Hola! –Me saluda con entusiasmo–
Me acerco y la abrazo, sintiendo su risa vibrar entre nosotros.
— Me había asustado. –Confieso, apretándola un poco más–
— No te asustes, estoy bien. –Me responde con una pequeña sonrisa antes de besarme–
La beso lentamente, disfrutando de cada segundo, y su sonrisa hace que mi corazón se acelere.
Volvemos a la habitación y, con un movimiento ágil, ella se quita la toalla. Le doy la ropa interior, que toma con una sonrisa, y luego le alcanzo un conjunto cómodo para estar en casa.
La ayudo a ponerse el pantalón y la camisa, disfrutando de la conexión que compartimos.
— Gracias mi amor. –Susurra, y mi pecho se llena de calidez al escucharla–
Decido levantarla en brazos y la llevo hasta la cocina, donde Darío ya está preparando el desayuno.
— Hoy me toca a mí. –Anuncio, riendo mientras la coloco suavemente en el sillón–
Me pongo de cuclillas a su lado, sonriendo como un niño.
— Ahora soy como un bebé. –Ríe–
— Aún así te seguiré cuidando. –Le muestro una sonrisa–
Katina
Justo cuando me siento cómoda en el sillón, tocan la puerta.
— Déjame a mí. –Le digo a Gabriel, levantándome con cuidado–
Al abrir, me encuentro con Marc, y una sonrisa se dibuja en mi rostro mientras le abrazo para saludarlo.
— ¿Estás mejor? –Me pregunta con genuina preocupación–
— Un poco. –Le respondo con sinceridad, dejándolo pasar–
Gabriel y Darío vienen a saludarlo, y pronto todos nos acomodamos en el sillón, charlando y riendo. Ellos se mueven entre la cocina y el sillón, asegurándose de que esté cómoda y feliz.
Cuando decido levantarme y dirigirme hacia la mesa, Gabriel se acerca.
— ¿Bien? –Su mirada está llena de cuidado–
— Sí. –Le aseguro, y él me besa suavemente–
Nos sentamos a comer y noto cómo todos me observan.
— No me miréis así. –No puedo evitar reír por lo bajo–
— Tenemos que vigilarte para que no te pase nada.
–Añade Marc, y todos soltamos una risa nerviosa–[ . . . ]
A medida que la tarde avanza, Marc se despide y Gabriel sube a ducharse. Decido que es un buen momento para levantarme y unirme a él. Camino despacio hacia las escaleras y, de repente, siento cómo Darío me agarra la cintura suavemente.
— Hola guapa. –Sonríe mientras me levanta en brazos–
Me hace reír y me lleva a la habitación.
— Gracias por todo. –Le agradezco sinceramente cuando me acomoda en la cama–
— ¿Por todo? –Frunce el ceño curioso–
— Sí, por estar junto a tu hermano mientras esperaba que abriera los ojos. Gracias por no rendirte y por conseguir que Gabriel no se rindiera.
Él sonríe, pero en sus ojos veo la profundidad de lo que hemos pasado juntos.
— Siempre estaré aquí para ustedes. –Mi corazón se siente más ligero al saber que tengo a personas tan increíbles a mi lado–
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Polos opuestos.
RomantizmNo todo en la vida sucede como uno espera. Las historias de amor no siempre tienen un final feliz, y, para algunos, el amor ni siquiera parece real. Me llamo Katina, tengo 18 años, y soy una chica que siempre se ha considerado amable y de corazón rá...