Capítulo 43

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Gabriel

Poco a poco, Katina se va quedando dormida en mis brazos. Acaricio suavemente su rostro y beso sus labios, sintiendo la calidez de su piel. Cierro los ojos, dejándome llevar por el cansancio, y me acomodo a su lado.


[ . . .  ]


La luz del día entra por la ventana y me despierto, frotándome los ojos para despejarme. Al mirar a mi lado, me doy cuenta de que no está. Un ligero temor me invade mientras me levanto de la cama y salgo de la habitación.

La encuentro en la sala, envuelta en una toalla y con una sonrisa iluminando su rostro al verme.

— ¡Hola! –Me saluda con entusiasmo–

Me acerco y la abrazo, sintiendo su risa vibrar entre nosotros.

— Me había asustado. –Confieso, apretándola un poco más–

— No te asustes, estoy bien. –Me responde con una pequeña sonrisa  antes de besarme–

La beso lentamente, disfrutando de cada segundo, y su sonrisa hace que mi corazón se acelere.

Volvemos a la habitación y, con un movimiento ágil, ella se quita la toalla. Le doy la ropa interior, que toma con una sonrisa, y luego le alcanzo un conjunto cómodo para estar en casa.

La ayudo a ponerse el pantalón y la camisa, disfrutando de la conexión que compartimos.

— Gracias mi amor. –Susurra, y mi pecho se llena de calidez al escucharla–

Decido levantarla en brazos y la llevo hasta la cocina, donde Darío ya está preparando el desayuno.

— Hoy me toca a mí. –Anuncio, riendo mientras la coloco suavemente en el sillón–

Me pongo de cuclillas a su lado, sonriendo como un niño.

— Ahora soy como un bebé. –Ríe–

— Aún así te seguiré cuidando. –Le muestro una sonrisa–

Katina

Justo cuando me siento cómoda en el sillón, tocan la puerta.

— Déjame a mí. –Le digo a Gabriel, levantándome con cuidado–

Al abrir, me encuentro con Marc, y una sonrisa se dibuja en mi rostro mientras le abrazo para saludarlo.

— ¿Estás mejor? –Me pregunta con genuina preocupación–

— Un poco. –Le respondo con sinceridad, dejándolo pasar–

Gabriel y Darío vienen a saludarlo, y pronto todos nos acomodamos en el sillón, charlando y riendo. Ellos se mueven entre la cocina y el sillón, asegurándose de que esté cómoda y feliz.

Cuando decido levantarme y dirigirme hacia la mesa, Gabriel se acerca.

— ¿Bien? –Su mirada está llena de cuidado–

— Sí. –Le aseguro, y él me besa suavemente–

Nos sentamos a comer y noto cómo todos me observan.

— No me miréis así. –No puedo evitar reír por lo bajo–

— Tenemos que vigilarte para que no te pase nada.
–Añade Marc, y todos soltamos una risa nerviosa–


[ . . . ]


A medida que la tarde avanza, Marc se despide y Gabriel sube a ducharse. Decido que es un buen momento para levantarme y unirme a él. Camino despacio hacia las escaleras y, de repente, siento cómo Darío me agarra la cintura suavemente.

— Hola guapa. –Sonríe mientras me levanta en brazos–

Me hace reír y me lleva a la habitación.

— Gracias por todo. –Le agradezco sinceramente cuando me acomoda en la cama–

— ¿Por todo?  –Frunce el ceño curioso–

— Sí, por estar junto a tu hermano mientras esperaba que abriera los ojos. Gracias por no rendirte y por conseguir que Gabriel no se rindiera.

Él sonríe, pero en sus ojos veo la profundidad de lo que hemos pasado juntos.

— Siempre estaré aquí para ustedes. –Mi corazón se siente más ligero al saber que tengo a personas tan increíbles a mi lado–

Polos opuestos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora