Capítulo 35

23.6K 1.2K 33
                                    

Katina

Me levanto al día siguiente, dándome cuenta de que me quedé dormida encima de Gabriel. Su respiración es tranquila y serena, y no puedo evitar sonreír al sentir su calor. Suspiro y apoyo mi frente en su pecho, disfrutando de este momento de paz.

Levanto la cabeza y le miro, sus rasgos relajados lo hacen ver adorable mientras duerme. Beso su rostro suavemente, sintiendo la suavidad de su piel, y poco a poco, abre los ojos.

— Buenos días, preciosa. –Dice con un tono de voz ronco que me hace sonreír aún más–

— Buenos días, mi amor. –Respondo, sintiendo que estas palabras son las más naturales del mundo–

— Mi amor. –Repite–

— ¿No te gusta?

— Me encanta. –Confiesa, y en un instante, nuestros labios se encuentran en un beso tierno y lleno de promesas–

Después de disfrutar de nuestra conexión, terminamos por bajar. Gabriel se dirige a la cocina y comienza a prepararse algo para desayunar.

— ¿Qué tipo de pesadilla tuviste anoche? –Le pregunto curiosa, tratando de romper el silencio–

Él me mira y niega lentamente, como si las palabras le costaran.

— No quiero recordarlo. –Responde, y su tono me hace sentir una punzada de preocupación–

Decido acercarme a él, insistente pero delicada, y al final consigo que me lo cuente todo. Sus ojos se humedecen un poco mientras habla, y yo acaricio su rostro, deseando que sepa que estoy aquí para él.

— No me vas a perder nunca. –Le digo con firmeza, dejando un suave beso sobre sus labios– Te amo muchísimo. –Le beso de nuevo, sintiendo la calidez de su boca contra la mía– Si nos casamos algún día, seré la chica más feliz del mundo.

Él sonríe, su expresión se ilumina, y en respuesta, me besa esta vez con más intensidad.

— Si tú me faltas, yo me muero. –Confiesa, con voz grave y sincera–

Gabriel

Miro a Katina a los ojos, su mirada es tan intensa que siento que puede ver directamente en mi alma.

— Yo también me muero si tú me faltas. –Me confiesa, sintiendo mi corazón latir con fuerza–

Acaricio su rostro, sintiendo su piel suave bajo mis dedos, y bajo mis manos hacia su cintura, atrayéndola un poco más hacia mí.

— Me enamoré de ti sin darme cuenta. –Susurro, mis palabras cargadas de la verdad que siento en mi corazón–

— Y yo de ti. –Me responde, su voz dulce y serena–¿Cómo no hacerlo con esa sonrisa tan bonita que tienes, con lo guapo y peleón que eres?

Me echo a reír, disfrutando de su picardía.

— ¡Oye! 

— Yo también lo soy. –Encoge de hombros–

— Eso es verdad, te gusta gritar mucho. –Me lanza una mirada fulminante, y no puedo evitar soltar una risa recordando aquel día en que le grité antes de lanzarme a besarla– ¿Sabes qué? –Capto su atención.

— ¿Qué? –La curiosidad brilla en sus ojos–

— El primer beso que te di... –Muerdo mi labio inferior, sintiendo el calor en mi rostro– me encantó.
–Susurro, casi avergonzado–

— A mí también me encantó. –Deja un pequeño beso sobre mis labios, lo que provoca que mi corazón se acelere–

Mientras compartimos este momento, escuchamos un pequeño ruido. Miramos al mismo tiempo en esa dirección y nos percatamos de que es Darío, mi hermano, haciendo muecas en la entrada de la cocina.

— Que babosos. –Comenta, rodando los ojos mientras nosotros reímos–

Él se acerca a nosotros, mirando a Katina con una sonrisa traviesa.

— Ya no me das cariño, todos para mi hermano.

Katina ríe y niega con la cabeza, acercándose a él y abrazándolo. Darío le corresponde, dejando un beso sobre su frente, un gesto que me llena de gratitud.

— Siempre me tendrás a mí. –Le dice a Katina con complicidad– Solo tienes que pedirlo.

Ella me mira, y le guiño un ojo, sintiendo cómo la felicidad llena el ambiente mientras los tres compartimos este momento especial.

— ¡Qué bonito! –Exclamo en broma, y ambos me miran riendo mientras sigo sintiendo que cada día que pasa, nuestro vínculo se vuelve más fuerte–

Polos opuestos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora