Capítulo 54

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Gabriel

Faltan solo tres días para la boda. Tres días para ver a Katina convertida en la señorita Ferrer. Mi corazón late rápido al pensarlo; es una mezcla de emoción, amor y esa pizca de nervios que se siente antes de que cambie la vida.

Ella se acerca, con una sonrisa suave y esos ojos llenos de luz que me desarman siempre. La abrazo y dejo que nuestros labios se encuentren, despacio, como si con ese beso selláramos una promesa invisible.

— ¿En qué piensas? –Me pregunta, aún con su sonrisa–

— En que no puedo esperar más para verte como la señorita Ferrer. –La observo con la seguridad de quien ha encontrado todo lo que alguna vez soñó–

Ella sonríe, y en sus ojos veo un brillo especial.

— Te amo Gabriel. –Susurra–

— Yo te amo más Katina. –Respondo, y me acerco de nuevo, esta vez mordiéndole suavemente el labio inferior, justo como sé que le gusta–

Ella ríe y tira de mi mano.

— Vamos abajo, tenemos que ver a Darío. –Añade con ese tono entusiasta que siempre logra contagiarme–

Bajamos las escaleras, y lo primero que vemos es a Darío en la piscina, completamente relajado mientras flota con los ojos cerrados. Al oírnos, abre un ojo y nos observa con una sonrisa cómplice.

— Ya queda poco para el gran día pareja. –Nos dice, con un brillo travieso en la mirada–

Nos acercamos al borde de la piscina, y Katina no puede evitar reír al verlo tan despreocupado. Darío se levanta y sale del agua, tomando una toalla para secarse. Aún empapado, se gira hacia nosotros y nos lanza una sonrisa.

— Bueno, voy a darme una ducha rápida y bajo. Dejen algo de desayuno para mí. –Bromea, secándose el pelo–

— Aquí estaremos. –Responde Katina, mientras él se aleja hacia su habitación–

Me quedo un momento en silencio, solo observando a Katina mientras su mirada sigue a Darío. La veo perdida en sus pensamientos, y aprovecho para entrelazar mis dedos con los suyos.

— No puedo creer que ya estemos a solo tres días de ser oficialmente marido y mujer. –Admito, y mis palabras me sorprenden incluso a mí. Cada vez que lo digo en voz alta, se siente más real–

Katina me mira, y en sus ojos veo una mezcla de alegría y tranquilidad.

— Han sido unos meses intensos, Gabriel, pero estoy segura de esto más que de nada en mi vida. No veo la hora de caminar hacia ti en ese altar. –Me confiesa, y siento cómo el pecho se me llena de emoción–

La abrazo, acercándola a mí, y dejo que el silencio nos envuelva. No necesitamos palabras en este momento; hay algo en el aire, una paz profunda, una conexión que dice más que cualquier frase.

Me apoyo en su frente y cierro los ojos por un instante.

— Ya queda menos. Ya casi estamos ahí. –Murmuro, dejando que estas palabras sean nuestra promesa, nuestra última cuenta atrás–

Y mientras permanecemos así, en esta burbuja que es sólo nuestra, sé que lo que hemos esperado tanto tiempo está a punto de volverse realidad.

Polos opuestos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora