Capítulo 15

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Katina

Lo miro fijamente, sintiendo que la determinación crece en mi interior. Me bajo del muro después de pensarlo bien.

— Voy a hablar con él. –Declaro con firmeza–

— Katina, déjalo. Seguramente no querrá hablar contigo y te gritará. –Darío me lanza una mirada preocupada–

— Me da igual. –Respondo sintiendo una mezcla de ansiedad y resolución–

Camino hasta la puerta de su habitación sintiendo mi corazón latir con fuerza. Suspiro hondo y toco la puerta con nerviosismo. Al instante, Gabriel abre, y su expresión es de sorpresa y desdén.

— ¿Qué? –Alza sus cejas–

— ¿Puedo pasar? –Mi voz tiembla un poco, pero trato de mantenerme firme–

Él suspira pesadamente y se aparta hacia un lado para dejarme pasar. Cierra la puerta con un golpe suave y se gira, enfrentándome con una mirada fría.

— ¿Por qué eres así, Gabriel? –Pregunto tratando de entender su dolor–

— Ya te lo he dicho. –Su respuesta es cortante, casi despectiva–

— Tienes que pasar página. –Insisto, buscando la manera de alcanzar la parte más profunda de su corazón–

Él se ríe, pero hay una incredulidad en su mirada que me hiere.

— No digas estupideces, es muy fácil decirlo y además, ¿quién te crees para decirme algo así?

— Solo intento ayudarte. –Mi voz es más suave, cargada de sinceridad–

— Pues no me ayudas. –Hace una mueca de desaprobación–

Dejo escapar una risa seca, mi frustración está creciendo cada vez más.

— ¿Puedo hacerte una pregunta? –Me cruzo de brazos–

— ¿Cuál? –Su tono es desafiante–

— ¿Por qué eres tan terco?

— ¿De verdad? ¿Vienes a insultarme? –Me lanza  una mirada hiriente–

— No, solo te he hecho una pregunta, bastante simple a mi parecer. –Mi tono es firme, pero mi corazón tiembla un poco–

— Vete, por favor.

— No. –Mi voz resuena con decisión–

— ¡Mierda! ¡Vete!

— ¡Terco! –Grito, sintiendo cómo la tensión entre nosotros crece–

— ¡No me grites! –Su voz se eleva, y el ambiente se vuelve eléctrico–

— ¡Pero si has empezado tú! –Respondo exasperada–

Suspiro, sintiéndome impotente, y empiezo a caminar hacia la puerta.

— Entrometida. –Murmura en un tono burlón–

Detengo todos mis movimientos en seco y me giro sobre mi propio eje, indignada. La sonrisa que se dibuja en su rostro me sorprende, y luego comienza a reírse por lo bajo.

— Serás... –Empiezo a acercarme a él, sintiendo una mezcla de irritación y apuntándole con el dedo índice–

Gabriel me mira, confundido por mi reacción, y me detengo, sonriendo de forma involuntaria.

— Espera, ¿te he hecho sonreír? –Su expresión cambia por completo–

— Claro que no. –Niega enérgicamente, pero su voz no tiene la misma firmeza–

— Venga, no seas idiota. –Le reto, sintiendo la tensión en el aire–

— ¡Que no me insultes! –Su tono es defensivo, pero hay un destello de diversión en sus ojos–

— ¡Y tú no me grites! –Respondo, sintiendo que la chispa entre nosotros crece–

De repente, siento cómo tira de mi camisa, atrayéndome hacia él. Y estamos sus labios contra los míos, tomándome por sorpresa.

Al principio, me quedo paralizada, pero luego, sin poder resistir, le correspondo.

¿Por qué hace esto? No lo sé, pero besa muy bien y no puedo evitar dejarme llevar. Enredo mis brazos en su cuello mientras él apoya sus manos sobre mi cintura, atrayéndome más cerca, como si quisiéramos fundirnos en uno solo.

El mundo exterior desaparece, y en ese momento, solo existimos él y yo.

Polos opuestos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora