Capítulo 38

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Gabriel

Los ojos de Marc y Katina se encuentran y luego ambos me miran de nuevo. Hay una tensión en el aire que me hace sentir inquieto.

— No ha sido nada. –Contesta Marc con tono despreocupado, pero yo noto que hay algo más–

Miro a Katina, quien agacha la cabeza, su expresión es de incomodidad y eso me preocupa. Me levanto de un salto, frunciendo el ceño, y me acerco a ella.

— Dime. –Susurro, levantando suavemente su barbilla para que me mire a los ojos–

Ella me mira, y en sus ojos veo una mezcla de vulnerabilidad y fuerza.

— Un chico me estaba molestando y Marc me ha defendido. –Admite en un murmullo–

La ira y la preocupación se entrelazan en mi pecho mientras miro a Marc, quien se mantiene firme, sin apartar la mirada. Suspiro profundamente, intentando calmarme.

— Gracias, amigo. –Le digo con honestidad, pero sé que no hay palabras suficientes para expresar lo que siento–

Finalmente, después de unas horas, decidimos que es hora de irnos. Nos despedimos de Marc, que nos lanza una sonrisa tranquilizadora, y regresamos a casa.

Al llegar, Katina se quita el vestido y me quedo observándola con atención, admirando cada curva y la confianza que irradia. Ella se queda en ropa interior antes de acercarse al armario para sacar un pijama, y mi corazón late un poco más rápido.

Se acuesta a mi lado y acaricia mi cara con suavidad.

— Perdóname. –Susurro, sintiendo un peso en el pecho–

— ¿Por qué? –Frunce el ceño, confundida–

— Por no haber podido defenderte yo. –Admito, sintiendo que la culpa me consume–

— Mi amor, no te disculpes por eso. –Su voz es serena–No sabías que algo así ocurriría...

— Quiero protegerte. –Admito, sintiendo la urgencia de que entienda mis sentimientos–

— Y lo haces. –Me asegura, sonriendo de esa manera que solo ella puede hacer–

— Soy un imbécil. –Suspiro, sintiéndome frustrado–

— Claro que no. –Niega con la cabeza repetidas veces– No pienses eso.

— No quiero volver a pasar lo mismo. –Acaricio su rostro, deseando que entienda la gravedad de mis palabras– Si tú no estás, yo me muero.

— Mi amor, no ocurrirá de nuevo. Nunca te dejaré. Siempre estaré contigo. –Me dice y sus ojos brillan con sinceridad– Eres el mejor novio que se pueda tener en el mundo, y aunque a veces seas un terco, siempre te amaré por encima de todo.

La forma en que pronuncia sus palabras me llena de calidez. Su apoyo es un refugio, y en ese instante, todo lo que temía se desvanece un poco. La abrazo con fuerza, como si al hacerlo pudiera protegerla de cualquier cosa que pudiera amenazarla.

— Gracias por ser tú. –Susurro contra su cabello, sintiendo su fragancia y dejando que la calma me inunde–

— Gracias a ti por ser el mejor. –Responde, y nos quedamos así un rato, en silencio, disfrutando de la paz que solo encontramos el uno en el otro–

Polos opuestos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora