Capítulo 49

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Katina

Miro mi reflejo en el espejo mientras me giro lentamente. El vestido fluye a mi alrededor como una segunda piel, y siento una mezcla de emoción y nerviosismo en el pecho. Megan, la hermana de Marc, que me observa con una sonrisa, se acerca y me da un suave apretón en el brazo.

— Es perfecto, Katina. Realmente te ves preciosa.
–Dice con una calidez que me hace sonrojar–

— ¿Tú crees? –Busco en su rostro una confirmación que, de alguna manera, me tranquilice–

— Lo creo. –Asiente, mirándome con ojos brillantes– Vas a ser la novia más hermosa.

Nos reímos y, con el vestido ya decidido, salimos de la tienda charlando y riendo animadamente, como si todo el mundo fuera nuestro. Mientras caminamos, veo una figura familiar a lo lejos: una chica de cabello corto y negro, su es mirada tan asombrada como la mía al reconocernos.

— ¡Paola! –Exclamo, y corremos a abrazarnos–

Nos reímos entre abrazos y efusivos saludos.

— ¡Cuánto tiempo sin verte! –Sonrío radiante–

— Demasiado tiempo, además estos últimos días no hemos hablado mucho. –Le sonrío y luego la miro con emoción– Tienes que venir a mi boda, ¿sabes?

— ¡¿Tu boda?! –Grita, llamando la atención de los transeúntes. Nos miramos y estallamos en carcajadas– ¿En serio?

— Sí. –Sonrío radiante–

— ¡No puede ser! ¡No me lo creo! ¡Gabriel y Katina!
–Sus ojos se llenan de una mezcla de sorpresa y alegría–

— Así es. –Rio– Él es... él es todo para mí.

Paola me rodea con sus brazos otra vez, abrazándome con tanta fuerza que casi me quita el aire.

— Enhorabuena, Katina. De verdad, me alegro tanto por ti. –Su sonrisa me llena de calidez–

Nos despedimos prometiendo ponernos al día y le aseguré en que le mandaré los detalles de la boda por mensaje. Camino de regreso a casa con Megan, todavía sintiendo esa alegría en el pecho y pensando en lo mucho que he cambiado desde que Gabriel entró en mi vida.


[ . . . ]


Al llegar a casa, subo cuidadosamente el vestido a mi habitación y lo guardo en el armario. Es precioso, tan delicado y especial, y no puedo evitar imaginármelo el día de la boda. Es imposible no sonreír.

Bajo después de unos minutos y veo, desde la puerta que da al jardín, a Gabriel y Darío en la piscina, riendo y lanzándose agua el uno al otro. La risa de Gabriel resuena clara, y siento que ese sonido es algo que quiero guardar para siempre en mi corazón.

Me acerco y ellos me miran. Gabriel, aún salpicado de gotas de agua, sonríe con esa calidez que siempre logra hacerme sentir como en casa.

— Hola guapa. –Me saluda, extendiendo una mano hacia mí–

— Hola mi amor. –Tomo su mano, sin importarme las gotas de agua que ahora salpican mi brazo–

Darío se apoya en el borde de la piscina y me dirige una sonrisa.

— ¿Megan ya se ha ido? –Pregunta quitándose el agua de los ojos–

— Sí, me despedí de ella hace un rato.

Gabriel, que sigue mirándome con una sonrisa pícara, se sienta a mi lado en el borde de la piscina, completamente empapado. Su cabello húmedo y desordenado, su piel brillando bajo el sol; hay algo en él en este momento que me hace sentir como si estuviéramos en nuestro propio mundo, solo él y yo.

— Un beso, ¿no? –Murmura, acercándose con la mirada fija en mis labios–

No puedo evitar sonreír y me inclino hacia él. Nuestros labios se encuentran en un beso suave, en el que el sonido del agua y las risas de Darío parecen desvanecerse. En ese instante, todo es paz, calidez, y la certeza de que este amor es real, de que estamos destinados a vivir algo hermoso juntos.

Cuando nos separamos, él me observa con una sonrisa traviesa y tierna.

— ¿Lista para convertirte en la señorita Ferrer?
–Susurra y veo en sus ojos un amor sincero y profundo–

— Mmm, no lo sé... puede que deba pensarlo un poco más. –Bromeo–

Él finge estar ofendido, llevándose una mano al pecho como si le hubieran herido, mientras Darío ríe desde la piscina.

— Vamos, Gabriel, todavía tienes tiempo de convencerla. –Bromea Darío–

Nos reímos todos juntos, y me siento tan completa, tan feliz. Estoy rodeada de las personas que más amo, y no puedo pedir nada más. Este momento, esta paz, son todo lo que he deseado, y sé que el futuro junto a Gabriel será aún más hermoso.

Polos opuestos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora