Ha sido una despedida más que melancólica al salir de casa. Papá ya había llegado y me resultó bastante complicado despedirme de él tanto como de mamá, aunque al final ella me logro entender un poco, o al menos eso es lo que yo espero. Estoy junto con James en el aeropuerto. Él lleva mi maleta y no puedo quitar mi gran sonrisa desde que salí de casa. Es de noche, por lo tanto llegaré si no me equivoco, mañana por la tarde. Ya le he enviado un mensaje a Logan diciéndole que voy en camino, el cual no me ha contestado… Allá es madrugada. El día de hoy al despertar vi que Eric salía de su casa junto a sus padres, sé perfectamente que se dirige a aquella rehabilitación. James me saca de mis pensamientos y sonrío tímidamente.
-¿En qué tanto piensas? –me pregunta y sonrío.
-¿Recuerdas que ayer te platiqué sobre la carta que me mandó Eric? –asintió.
-¿Qué hay con eso?
-No puedo evitar sentir pena hacia él.
-¿Por qué? Lo necesita.
-Lo sé, pero, ¿Te has puesto a pensar lo que tuvo que pasar antes para que él actuara de esta manera ahora?
-No y no me interesa. No quiero saber nada de ese sujeto, ya no lo menciones.
-No lo haré, pero me has preguntado qué es lo que pensaba.
-Deberías de estar feliz, en unos minutos más estaremos en un avión que nos llevará al otro lado del mundo.
-¿Se supone que tengo que alegrarme? –le pregunto bromeando. Me frunce el ceño y suelto una carcajada-. Lo estoy, de verdad. Estoy muy, muy feliz.
-Me alegra mucho escuchar eso –me susurra e intenta tomar mi mano. La aparto de inmediato y sonrío de lado. Mi ceja se levanta sin querer y él cruza los brazos-. Sabes por qué lo hice –le explico.
-Sí ya lo sé –rueda los ojos-. ¿Hasta cuándo el maldito avión se dignará a llegar? –pregunta más para sí mismo.
-Ya no debe de tardar, tranquilo.
-Quiero ver a mi abogado, esto no puede ser posible.
Recuerdo las palabras de Logan: A James le encanta el drama.
-¿Podrías tranquilizarte un momento?
-No.
-James… Por favor –susurro.
-No, primero la chica que me gusta rechaza mi tacto, tengo hambre, el maldito avión no llega y… -se detiene al observar como un avión aterriza-. Mucho mejor.
-Realmente no dudo que te dé un ataque al corazón cuando tengas treinta.
-Deja de desearme la muerte.
-Estarás arrugado.
-Annie…
-Y con canas verdes –suelto una carcajada.
-Y tú serás una anciana amargada.
-Yo no me enfado tanto como tú –le replico.
-Quizás no, pero cuando lo haces te pones verde.
-Eso es porque soy Hulk.
