32. Lo odio.

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-Lamento que tengas que irte… -susurró, con la mirada baja.

-Lo sé, no sé por qué presiento que Elisa podría llegar en cualquier momento –torcí la boca.

Tomó mi mentón y yo jugueteaba con mis manos nerviosamente como de costumbre. Lo miré durante unos segundos solamente, ya que no podría mirarlo directamente a los ojos. Sin embargo sentía que él lo hacía mientras tenía una hermosa sonrisa de lado.

-¿Qué? –sonreí, incrédula.

-Nada… es solo que me gusta sentir cuando estás nerviosa por mi culpa –Continuó mirándome, con esa sonrisa la cual mata a cualquiera.

Le devolví la sonrisa, aun sin mirarlo a los ojos-. Yo… tengo que irme.

Continuó mirándome mientras tomaba mi mentón a la vez, y yo pensaba… que esto eran mil y un maneras de morir. Acercó su rostro al mío en menos de un segundo, podía sentir como su respiración era agitada, y no se diga de la mía… Es ahora cuando nuestras miradas chocaban. Tomó de mi cintura y aquellas mariposas que siempre atacaban en momentos como este no tardaron tanto en hacerse presentes. Sus labios aprisionaron a los míos como si tuvieran alguna deuda con ellos. Besarlo se sentía cada vez mejor para mí.

-Te quiero –le susurré, mientras lo besaba.

-Shh… no puedes hablar en un momento como este –sonrió de nuevo y continuó haciendo lo suyo. Comenzábamos a caminar pasos hacia atrás, justamente donde estaba su habitación. Acariciaba su cabello, jugueteando con él al igual que él con el mío. Abrió la puerta como pudo y esto se estaba convirtiendo en algo muy serio. Caí sentada en ésta y me rodeaba con sus piernas, podía sentir mi corazón querer salirse de su lugar. El ruido de la puerta nos despegó de golpe, mientras que yo maldecía de mil maneras en mi interior.

-¡Ábreme la maldita puerta! –se escuchó aquella chillona voz que gritaba desde la calle.

-Mierda… -susurró, mientras me tomaba de la mano sin saber que hacer-. Escóndete en el closet, no tardaré.

-¿Quién es? –le pregunté, como si no supiera quien es.

-Ya lo sabes… Escóndete, puede subir a la habitación.

-Bien…

Obedecí, escondiéndome en el armario como una total criminal a no más de cinco minutos de haber asesinado a alguien y lo estuvieran buscando allá afuera.

-¡¿Dónde está esa perra?! –escuché que gritaron en la parte de abajo, y ya comenzaba a preocuparme.

-¡¿De qué estás hablando?! –le contestó James.

-¡No soy ninguna estúpida!

-¡Amor tranquilízate! –Dios mío… ¿Por qué tengo que escuchar todo esto?-. Ella no está aquí, no la he visto.

-¡No me mientas!

-¡¿Por qué habría de mentirte?! ¡Ya te dije que no la soporto!

«Demonios Annie, sal de aquí ahora »

Los gritos no dejaban de escucharse en la planta baja de la casa. Salí del armario sin hacer ningún ruido, miraba a todas partes para tratar de encontrar una salida y sin embargo no la había, solamente estaba la ventana sin ningún tipo de ayuda para poder bajar. Me cruzó por la mente saltar desde aquí, pero sería arriesgado. Escuché unos pasos no muy lejos de su habitación, vi como lentamente la puerta intentaba abrirse y sin pensarlo dos veces, salté de ahí tratando de poder vivir y así contarle todo esto a Logan. Gracias a Dios había visto programas para salvar mi vida y supongo que eso me había salvado, caí con mis rodillas bien y desgraciadamente… podía sentir como me dolía horriblemente el brazo, no dude en que éste se había fracturado. Lo evalué con la mirada y me alarmé, pues sí estaba fracturado

I'm Just Like YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora