2.. Me importas mucho.

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Me quedé de pie observando cómo su auto se dirigía hacia la avenida para después dejarme ahí, sola. Me lo merecía por bocona.  Me había dado cuenta que siempre las cosas están yendo bien y por mi culpa… no, no es cierto. Él también tiene la culpa, pero más yo. ¡Bah! Que importa, estás sola Annie, tienes que caminar hasta tu casa. Regresé a la heladería por mis cosas y salí, tirando aquella nieve que tanto me gustaba. Ahí me di cuenta que no estaba bien, yo no acostumbro a tirar una nieve y menos sí es de nuez. Metí las manos en mis bolsillos y suspiré, deseando que este camino no vaya a ser tan largo y cansado, pero aun así sabía que lo sería. Una gota calló en mi frente, para lo cual quité con desdén y seguí caminando apresuradamente. Las gotas comenzaron a caer una y otra vez cada vez más fuerte, veía relámpagos frente a mis ojos. En menos de cinco minutos yo ya estaba caminando bajo la lluvia y se podría decir que mi ropa acababa de salir de la lavadora. Maldije a James en una y mil formas por haberme dejado aquí.

 

-¿Por qué a veces no solamente cierras la boca Annie? –Me preguntaba a mí misma-. De seguro ya no querrá hablarme…

 

¿Llego a mi casa o a la suya? No sabía qué hacer, pero lo que sabía… era que quería arreglar las cosas. Opté por la segunda opción. ¿Cómo se supone que llegaría si no me sé el camino hacia su casa desde aquí? Primero tendré que llegar a la mía y después… caminar hacia la suya, espero llegar sana y salva.

 

-

 

Ya de noche iba arrastrando mis pies iba caminando ya a una cuadra para llegar a casa de James. Un auto pasó a toda velocidad a mi lado, cubriéndome más de agua. Dije tantas palabras inadecuadas que no quisiera oírlas nunca más. Ahora estaba cubierta de agua y con tierra, ¿Genial no? Vi la casa de James, su auto estaba estacionado ahí… por lo tanto él estaba en casa. Me senté en el escalón para recobrar fuerzas, posiblemente y les puedo afirmar que el me gritara más de costumbre.  Toqué su puerta un par de veces y él abrió la puerta con una taza en sus manos, creo que era chocolate caliente.

 

-Hola… -susurré con las manos en mis bolsillos-. ¿Podemos hablar?

-No –me dijo intentando cerrando la puerta, lo detuve con el brazo-. ¿Qué haces aquí? Vete.

-No me pidas volver a casa, vengo del centro comercial, llegue a la cuadra de casa y vine hasta tu casa solo para decirte que lo siento.

-Bien, ya lo dijiste. Adiós.

-¡Por favor! Escúchame.

-¿Qué quieres que escuche? Me lo dijiste todo hace rato.

-Eso era mentira –suspiré-. Sabes que me gusta jugar con tu mente.

-Mala idea, ¿Ya puedes irte?

-¿Me dejas pasar?

-No, regresa a tu casa ya.

-No lo haré hasta escuchar un “acepto tu disculpa” –me crucé de brazos, él me cerró la puerta en la cara-. ¡James! –seguí golpeando la puerta.

-¡Dije que te fueras!

-¡No me iré!

-¡Bien, quédate ahí no pienso disculparte ni abrirte la puerta!

I'm Just Like YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora