60. No... él no.

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Subo lentamente las escaleras deseando que no tuvieran fin y al estar frente a la recamara de James, tomo una gran bocanada de aire. Al entrar él está recostado dándome la espalda y al recostarme, ni siquiera me dirige la palabra. También estoy dándole la espalda y decido cerrar los ojos para tratar de dormir aun así no tenga la pijama puesta. En menos de dos minutos siento como me rodean por la cintura, Dios mío… tiene su nariz reposando en mi cuello y quiero girar mi rostro para darle un beso.

Trato de ignorarlo y me remuevo un poco intentando de ignorar su tacto. Vamos… tu puedes, Annet. Mi mente me alienta y sonríe de lado mientras me observa con desaprobación. Siento como la cama pierde peso y me doy cuenta de inmediato que ya no se encuentra a mi lado. Continúo con los ojos cerrados y siento su respiración. Oh, demonios. Sé que está frente a mí. Lentamente decido abrir mis ojos y lo veo ahí… de cuclillas con sus manos entre lazadas, su rostro está cariz bajo y su respiración es irregular. Me enderezo y cruzo mis piernas sin saber exactamente qué decir. Aunque, no pienso abrir mi boca hasta que él lo haga. Ni siquiera hemos estado una semana saliendo y ya discutimos. ¿Qué tal si ambos somos diferentes y no funcionará? ¿Qué tal si es algo pasajero tal y como lo dijo mamá? Por más que no quiera pensarlo, cuando miro hacia el pasado veo aquellas escenas de él haciéndome llorar, él prefiriendo a aquella chica, él gritándome todo el tiempo. Reprimo un suspiro y realmente deseo que esos pensamientos desaparezcan. Al ver que no dice nada, nuevamente siento esos deseos de llorar. Muerdo mi lengua y me recuesto una vez más. ¿Realmente espera que yo arregle todo? Sé que ha cambiado, pero sigue siendo el mismo chico orgulloso. Le doy la espalda y sigo sin cerrar mis ojos, esperando que su voz me saque de mis pensamientos.

 

-Perdóname –susurra con su voz ronca y ahogada-. No debí hablarte de esa manera, ya no eres una persona cualquiera en mi vida –suelta un suspiro y mis ojos se abren. Giro mi cuerpo y logro verlo con su frente pegada en las palmas de su mano las cuales están en la orilla de la cama. –Sigo sin saber cuál fue la  estupidez que te dije y te molestara, he dicho muchas –levanta su rostro y observo su mirada caída. Me enderezo una vez más y decido sentarme en el suelo, aun sin decir absolutamente ninguna palabra.

-¿Por qué no me seguiste cuando te dejé hablando solo? –mi voz suena y firme. O al menos eso quiero creer.

-Estabas… bueno, estás… enfadada.

-¿Y qué? ¿Se te olvidan las veces que yo te pedí perdón a pesar de que tu estuvieras en tu peor momento? –veo como su mirada se proyecta directo hacia el suelo. Sabe que tengo razón. Detente… me grita mi subconsciente. No quiero ser dura con él, no puedo… pero simplemente me nace serlo ahora. Duele, duele y mucho-. ¿No puedes esforzarte un poco por dejar el orgullo atrás cuando se necesita? Espero que no se te olvide que ya no soy la misma chiquilla estúpida que siempre estaba rogándote para que siguieras conmigo. Puede que sea la misma chica que sigue queriéndote a pesar de todo –me está observando directamente a los ojos y no puedo evitar ponerme nerviosa. Siempre ha tenido ese efecto sobre mí.

-No te merezco –suelta de repente y me quedo helada. Trato de buscar su mirada temerosa. Al encontrarla, quiero abrazarlo y olvidar toda esta estupidez, porque, la única verdad es que yo quiero estar bien con él.

-No, no me mereces.

-¿Y qué haces aquí entonces? –su voz suena realmente ronca con un toque de amargura. No podría dejarte. No pude dejarte aunque estuviera a un mundo de distancia.

-Te quiero.  Es lo único que me hace seguir aquí, no puedo dejarte… entiéndelo por el amor de Dios.

-Annet… -susurró, mientras tomaba mi mano-. Yo también lo hago, pero siento que soy alguien demasiado… complicado.

I'm Just Like YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora