Capítulo diecisiete: Nathaniel – La amenaza de Dan Vortex
Amelia dormitaba en la almohada del otro lado de la cama. Las pestañas le temblaban graciosamente cada vez que inhalaba.
No quise quedarme tanto tiempo mirándola dormir, teníamos sólo un par de horas —una y media— para llegar a la casa de los Vortex antes de que todos despertaran y empezaran a hacer preguntas.Mientras, me quedé pensando en lo mucho que Lily me odiaba, lo pesado que iba a ser convivir con los hermanos de Amelia y lo bien que me había recibido el padre de todos ellos.
En mis planes no estaba conocer a ninguno, pero si eso significaba pasar más tiempo con Amy, definitivamente lo haría.
—Despierta, bella durmiente. Tenemos que irnos ya —hice caminar mis dedos sobre la piel de sus brazos y le besé la frente—. ¿Dónde dejé mi celular?
Una vez que me levanté de la cama y me puse los pantalones, me detuve en seco al recordar todo lo que había pasado la noche anterior. El sexo con ella había sido mucho más intenso de lo que pude haberme imaginado. Jamás creí que ella y yo terminaríamos en esa situación, pero no me arrepentía de nada. Esperaba que ella tampoco lo hiciera. Se veía bastante decidida mientras todo eso pasaba.
—Espera, no podemos —articuló con dificultad mientras se desperezaba. Se talló los ojos y luego los abrió poco a poco para verme—. Siéntate, ¿ya lo encontraste?
—No, no importa... ¿No podemos?
—Es mi turno de hablar. —Amy se sentó contra la cabecera y le dio un par de golpecitos con la palma al lado vacío de la cama.
—Si hablas ahora, la burbuja de ensueño en la que estamos desaparecerá. ¿Quieres eso?
—¿Tú no? ¿Quieres que dejemos esto como la aventura de una sola noche sobre la cual nunca hablaremos? —Su voz sonaba ronca y yo apenas podía unir todas sus palabras para darles algún sentido.
—Por supuesto que no —titubeé.
—Entonces siéntate.
Esperé lo peor. La verdad era que mi mente estaba preparada para escuchar un "disculpa, Nate, me gustas pero sigo amando a Calum". O un simple rechazo de su parte. Sentía que las horas en las que habíamos intimado desaparecerían en cuanto Amelia volviera a abrir los ojos y tuviéramos que regresar a nuestras vidas normales.
—¿Qué vas a decirme?
—Quiero aprender a quererte —soltó de golpe. Se acomodó en la cama para verme, cruzando sus piernas en flor de loto—. Olvidar a Calum es algo que he hecho muy bien. No lo amo, si es lo que tú crees. Mientras desayunábamos tú me atacaste con esa pregunta que ni yo misma sabía cómo responder. No lo amo, pero sí lo hice. Fue un amor corto, uno que no era bueno para mí ni para él. Sabíamos que debíamos terminarlo cuanto antes. Calum se quedó vagando en la fantasía de Praga, pero yo pude despertar de ella.
—¿En serio vas a hablarme sobre tus sentimientos hacia Cal...? —Bufé. Sentí que mi corazón se hacía trizas cada vez que admitía haberlo amado.
—¿Quieres callarte y escuchar?
Asentí en silencio.
ESTÁS LEYENDO
De amores y senadores
RomanceAmelia y Nate parecían estar hechos el uno para el otro. Pero tal vez no era así. Al menos sus destinos parecían querer tomar caminos diferentes. Después de traiciones, triángulos amorosos, viajes inesperados y escándalos familiares, parecía difícil...