Capítulo XLVII.

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N/A: (La canción del enlace es la que bailan Nate y Amelia al final del capítulo <3)

Capítulo cuarenta y siete: Nathaniel – Al fin el cielo está azul

Sabía que ella estaría ahí. La invitación había sido enviada, Amelia había respondido su asistencia y yo estaba completamente consciente de su presencia en la ceremonia, pero al momento de verla, sentí que algo dentro de mí colapsó. Tal vez fue mi corazón que no supo cómo reaccionar, o mi cerebro que no sabía si sonreírle o bajar la mirada porque, por alguna razón, una parte de mí todavía sentía algo por ella y deseaba haber contraído matrimonio con esa mujer.

Pero no fue hasta que sentí una mano cálida rodeando la mía jalándome hacia el exterior de la iglesia cuando supe que mis pensamientos estaban siendo estúpidos e incoherentes. Mae me sonreía mientras caminábamos rodeados de todos los invitados.

Al llegar afuera, alguien tiraba pétalos de rosas blancas y recibíamos aplausos. Alguien me abrazó, pero no supe quién era. Veía a las damas de honor recibiendo con sonrisas y más abrazos a la nueva novia.

Reaccioné hasta sentir una palmada en mi mejilla derecha. Luego, un par de palmadas en la espalda y un abrazo fuerte, acompañado de las palabras:

—¿Estás bien, Nathaniel? —Jerome seguía sonriendo para que nadie se diera cuenta de la situación—. Oye, reacciona.

—¿Q-qué? Sí, estoy bien. —Alejé sus manos de mi cara y él se rio.

—Demuéstralo. Tomarán las fotos ahora.

Asentí en silencio. Mis oídos se habían congestionado y apenas podía escuchar bien. Divisé al camarógrafo y supe que debía cambiar esa expresión en mi rostro.

Hicimos fotos con las damas de honor y mis padrinos. Luego, fotos sólo con la novia, sus damas y mi hermano. Seguí yo. Las amigas de Mae me rodearon la espalda y sonrieron a la cámara, e hice lo mismo. Luego, mis padrinos se organizaron para cargarme entre todos y hacer una foto graciosa.

Pasaron unos quince minutos cuando terminamos con la sesión fotográfica y nos indicaron que debíamos subir al auto que nos llevaría al lugar de la recepción.

—Vamos, esposo. —Mae me sonrió, plantó un beso fugaz en mis labios y dejé que acomodara su largo vestido en el interior del auto.

—¿Pudimos haber elegido un auto más pequeño? —Expresé, ayudándola con dos de sus damas.

—O un vestido más largo. —Añadió una de ellas.

Entre los cuatro nos reímos y no tardamos mucho en acomodar toda esa tela en los asientos de traseros.

Antes de que pudiera meterme al auto, entre toda la gente, vi a Amelia. Iba acompañada de Calum, quien charlaba como si nada con Roxanne. Amy estaba colgada del brazo de él, como si necesitara algo que la mantuviera de pie. Sus labios sonreían pero no sus ojos.

Esperé a que volteara a verme, que sintiera mi mirada, pero no sucedió.

(...)

Mi madre y las amigas de Mae se habían encargado de que la recepción fuera y resultara perfecta. Ninguno de los dos habíamos visto el resultado final hasta ese día y no pude haberme sorprendido más.

En total había unas doce mesas rectangulares, con doce sillas cada una. Las mesas adornaban los costados de una pasarela blanca que nos dirigía hacia la pista de baile.

El lugar parecía estar todo alumbrado por luces que daban la impresión de ser navideñas. Obviamente yo no sabía un carajo acerca de decoraciones para boda, pero todo lucía exactamente como me lo había imaginado. La emoción de Mae se notaba en el brillo de sus preciosos ojos aceitunados. Su mano derecha presionaba la mía al mismo tiempo que con la izquierda saludaba a los demás y posábamos para las fotos.

De amores y senadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora