Capítulo cuarenta y uno: Nathaniel – La noticia en la cafetería
Un par de días después del cumpleaños de Calum, Amelia y yo regresamos a DC para —intentar— recuperar el resto de nuestras vidas.
Yo no podía hacer mucho. La licencia que Paul Ryan me había dado todavía no expiraba, y Amy optó por volver a su trabajo en la cafetería junto a Roxanne.
Entonces mi padre y yo decidimos darle un tiempo libre a Shannon... Y yo me convertí en el secretario personal de él. Me traía de arriba para abajo, siempre atareado. Siempre con algo que hacer.
Al menos en eso avanzaba, comparándolo con lo estancada que Amelia y yo teníamos nuestra relación. No habíamos hablado al respecto y tenía miedo de lo que se avecinaba.
No era un tonto. Amelia iba a terminar conmigo a como diera lugar, sólo necesitábamos tiempo para conversarlo.
La mañana del jueves regresé a la cafetería. Amelia y Roxanne charlaban alegremente mientras una de ellas preparaba las bebidas, y la otra se encargaba de contar algo de dinero en la caja.
La campanilla de la puerta sonó cuando entré, y Amelia me regaló una sonrisa de bienvenida. Roxanne rápidamente puso un vaso blanco caliente sobre la barra de servicio y me saludó de igual manera.
—Buenos días, Nate. ¿Algo para acompañar tu bebida? —Me preguntó afectuosamente. Negué con la cabeza y le tendí un billete.
—Necesito cafeína —gruñí antes de darle un sorbo al líquido caliente. Me quemó la garganta, pero estuvo bien—. Demasiado papeleo para un solo hombre.
Roxanne se rio al fondo. Se acercó para rodear los hombros de Amelia y ella la imitó.
—He sido secretaria unas tres veces en mi vida y nunca me quejé como tú —volvió a decirme. Me sentí avergonzado por un momento—. Tranquilo, Nathaniel. Puedes con esto. Es temporal.
Hacía mucho tiempo que la voz de Roxanne no me hacía sentir tan nervioso. No sabía bien si era la mirada que me dirigía Amelia para evitar que continuara con esa conversación o si era el mero hecho de que su amiga me estaba poniendo atención como nunca antes.
—Sí, es temporal —suspiré. Mis hombros se relajaron.
—O podemos cambiar de lugar si quieres —volvió a hablar.
—Roxanne... —murmuró Amy.
—Preparar cafés tampoco es tan difícil —dijo con un tonito de voz algo irritante.
Roxanne había cambiado su forma de ser desde que empezó su relación con Timothy —o eso me había dicho Amelia.
Se sentía sola porque pensó que sus amigos la empezarían a excluir. Roxanne y Tim habían esperado muchísimo tiempo para poder tener algo bien, algo serio. Algo romántico. Entonces, a partir de ese momento, ya no tenían cabeza para nada más.
Después de charlar un rato con ambas —más con Amelia que con Roxanne, gracias al cielo—, la hora de volver al trabajo se acercó. No tenía muchas ganas de ir. No estaba haciendo lo que quería hacer en realidad y no me sentía motivado para continuar con esa rutina.
Finalmente, tenía que hacerlo.
—¿Quieres que pase por ti en la noche? Te llevaré a casa. —Suspiré. Leí la hora en mi reloj y los impulsos de quedarme otras seis horas en la cafetería parecían ser más grandes que yo.
—De hecho... —Roxanne la miró misteriosamente y sentí la nuca pesada de repente—. Sí, vale. ¿Puedo invitarte la cena?
Me reí.
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De amores y senadores
RomanceAmelia y Nate parecían estar hechos el uno para el otro. Pero tal vez no era así. Al menos sus destinos parecían querer tomar caminos diferentes. Después de traiciones, triángulos amorosos, viajes inesperados y escándalos familiares, parecía difícil...