Capítulo XL.

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Capítulo cuarenta: Amelia – El error que amaba cometer

La residencia de los McGrath estaba ubicada al centro de Sacramento. Era considerablemente grande, la fachada estaba pintada de blanco —haciendo la lucir contemporánea y elegante—, y el exterior estaba decorado tres arbustos largos y frondosos.

Terminé de subir la escalinata pero Nate se quedó al inicio de ellas, mirándome con una mueca de cachorrito asustado. Detrás de él, la camioneta blindada y dos guardias de seguridad nos observaban sin expresión alguna. Siempre me ocasionaban escalofríos.

—¿Tienes miedo? —Le pregunté intentando sonar graciosa para aligerar su semblante.

—Pues... Tengo miedo de cómo vaya a reaccionar al verme —suspiró, haciendo que el cabello que caía sobre su frente se moviera hacia arriba. Necesitaba un corte urgente—. No tuvimos una buena conversación la última vez que nos vimos.

Esperé a que se calmara. Entendía su nerviosismo, pues yo estaba igual. No era como si Calum y yo tuviéramos una relación excelente... Y sería raro de alguna u otra manera. Las pocas veces que habíamos entablado una conversación, nada había salido bien.

Finalmente, Nate volvió a tomar algo de aire y subió las escaleras. Toqué el timbre y la puerta no tardó mucho en abrirse.

Para mi sorpresa, fui recibida por una chica alta, de rasgos faciales delgados y el cabello castaño corto hasta los hombros. La sonrisa le llegaba hasta sus ojos, que eran una combinación de verde con azul bastante curiosa.

Su cara se me hizo ligeramente conocida. ¿En dónde la había visto antes?

—Eh, hola... Somos amigos de Calum, su familia nos invitó —le sonreí, nerviosa. Ella era tan bonita que en algún momento de mi adolescencia habría hecho que mi autoestima se fuera hasta el núcleo de la Tierra.

—Claro —respondió sin dejar su amabilidad de lado. Se hizo a un costado para permitirnos entrar, y me di cuenta de que Nate no había dicho una sola palabra. Nada. De hecho parecía evitar la mirada de la misteriosa chica—. ¿Nathaniel? —Preguntó con curiosidad y... se notaba feliz de verlo—. ¡Hola! Cuánto tiempo ha...

—Sí, hola, Anna —le saludó Nate sin muchas ganas—. ¿En dónde está Calum?

Anna tragó saliva con fuerza, tal vez sorprendida por la actitud que Nate había tomado con ella.

—Está en el patio trasero —respondió. Se mordió el interior de las mejillas—. Yo... tengo que salir un momento. Sus padres salieron a comprar cosas para la cena.

—Está bien, los esperaremos. —Soltó él, cortante. Caminamos hacia el patio trasero y no le puse mucha atención a la decoración de la casa. Iba en modo automático.

Una vez que estuvimos afuera —y peligrosamente cerca de Calum, quien nos daba la espalda—, un escalofrío me recorrió toda la espina dorsal. Si antes había pensado en cualquier cosa para iniciar una conversación, ahora me encontraba en blanco.

Vi que Anna se acercó a Cal y le dijo algo al oído.

Antes de irse, le dio un beso en los labios.

Pasó a nuestro lado sin decir nada y poco después escuché que la puerta principal se cerraba.

—Nate... ¿quién es Anna?

—Es una odiosa.

—Bueno, no lo parece —me reí—. A lo que me refiero es...

—Amy, su nombre es Anna Grekova, fue modelo en varios de los videos de Division of Verona —suspiró—. Calum, ella y yo éramos amigos en la universidad.

De amores y senadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora