Me conseguí el número de teléfono de tu habitación. Ya no soportaba más este distanciamiento.
Ha sido la semana más dolorosa.
Ha sido más dolorosa tu indiferencia que el dolor del cáncer.
-K-Kookie... -susurré aguantando el nudo de mi garganta.
-Dime.
Tan seco, tan vacío. ¿Qué había pasado? ¿Qué cosas hice para que seas así conmigo?
-¿Estás bien? -pregunté apenas.
Pero el silencio reinó en el auricular.
-Tuve que conseguirme tu número en el hospital para saber si estabas bien... Quizás fue muy acosador pero de verdad que estoy muy preocupado por ti.
-No lo hagas... No te preocupes -respondió con rudeza- eres muy sensible y no quiero que te preocupes por mí.
-Pero Kook... Yo... Yo... -me interrumpió.
-No puedo hablar ahora, Jimin. Estoy ocupado y muy cansado, perdón.
Sentí como mi corazón se rompió en un fragmento de segundo con esas palabras tan simples pero que a su vez llevaban una carga mayor.
-perdóname tú a mí por molestar.
Corté y subir rápidamente a mi habitación antes que mi madre se percatara de las lágrimas cayendo por mis ojos.
¿Qué fue lo que te hice? ¿Por qué no me quieres? ¿Por qué te comportas tan raro? ¿Por qué?