-Estoy aburrida, ¿tus clases de francés terminaron? ¿Quieres ir por un helado?
Leí el mensaje ocultando el teléfono bajo la mesa. Asegurándome de que mis padres no lo notasen.
-Mis clases terminaron pero no puedo ir por ese helado. Estoy atrapada en una cena con mis padres.- envié el mensaje y volví a tomar el tenedor para continuar con mi ensalada.
Pasaron dos minutos antes de sentir que mi teléfono volvía a vibrar.
-¿Otra cena? Qué raro.- volteé los ojos al notar su sarcasmo.- ¿Qué es ahora? ¿Un nuevo negocio, un nuevo socio, otro contrato multimillonario?-
-Mejor que eso: El cumpleaños del hijo de su socio.-
Negué con la cabeza pues ser arrastrada a la cena en honor al cumpleaños de un chico que no conocía era demasiado incluso para mí.
-Vaya, eso es nuevo. ¿Es guapo?-
Levanté la cabeza y lo miré. Estaba sentado tres asientos a la derecha de mí. Tenía el cabello lacio y castaño, ojos color miel y un traje a su medida. Lucia muy atractivo.
Retiré la mirada cuando notó que lo observaba y me regaló una hermosa sonrisa. Me sentí avergonzada y mis mejillas me delataron.
-Lo es. Es muy guapo.- fui sincera.
-¿Qué esperas para hablarle?-
-Creo que alguien más tiene su atención.-
Volví a mirar y el seguía hablando con mi padre. Los escuché hablar de negocios y aunque él tenía solo 20 años, hablaba y respondía como todo un hombre de negocios.
Supongo que su padre lo educó bien.
-Oh, está bien. Aun tienes a Harry.-
Volví a girar los ojos y solté un cansado suspiro.
-¿Por qué carajos crees que Harry y yo tenemos una...
-Camila, guarda tu teléfono.- esa era mi mamá reprendiéndome. No pude terminar de escribir el mensaje, solo guarde mi móvil en mi bolso y volví a poner una sonrisa en mi rostro mientras fingía escuchar las aburridas platicas del resto de personas en aquella habitación.
Tenía demasiada experiencia en ello.
Al terminar la cena, todos volvieron a la sala para seguir con sus increíbles y poco interesantes conversaciones. Fue mi oportunidad para salir al jardín trasero por un poco de aire.
A pesar de ser una fiesta de cumpleaños, esta era otra típica reunión de negocios. Había tres o cuatro chicos de mi edad y realmente no me apetecía entablar una conversación con ellos.
Solté un cansado suspiro al encontrarme más que aburrida en este lugar.
-Es triste pensar que mi fiesta no está siendo de tu agrado.-
Su voz era suave pero firme a la vez. Él camino hacia mí y se apoyó en el muro en donde yo estaba apoyada mirando hacia las hermosas rosas del huerto.
-Lo siento, estos eventos no son de mi agrado.- aclaré.
-Te entiendo, tampoco suelen ser del mío pero tarde o temprano llegas a acostumbrarte.-
Tenía razón.
Lo miré y el me regaló una hermosa sonrisa de lado. Agache la mirada sintiéndome un poco nerviosa.
-Me llamo Aarón ¿y tú?-
-Camila.-
-Es un verdadero placer, Camila.-
Volví a levantar la mirada para encontrarme con sus hermosos ojos. Le sonreí y antes de poder responder a sus palabras la voz de mi madre interrumpió.
-Camila, es hora de irnos.-
Se acercó al joven con quien hablaba y después de agradecerle la increíble velada, esperó a que yo me despidiera.
-Gracias por la invitación Aarón y feliz cumpleaños.-
-Si vuelvo a hablar contigo, será el mejor regalo de cumpleaños de todos.-
Mi mamá sonrió y sin ser impertinente se acercó a mí para depositar un pequeño beso en la sien antes de susurrarme un "te espero fuera" y alejarse.
-Creo que le agradas.- dije sincera.- No suele hacer este tipo de cosas.-
-Me alegra saberlo, hice todo lo posible por agradarle a tu padre esta noche.-
Su comentario realmente me sorprendió. Y para ser sincera estaba segura de que mi padre cayó ante sus encantos.
Al igual que yo.
Él extendió su móvil mientras me miraba esperanzado.
-De acuerdo.- cedí mientras lo tomaba para anotar mi número telefónico.- Veremos si tu esfuerzo por conquistar a mis padre realmente vale la pena.-
-Créeme, lo valdrá.- se acercó suavemente a mí y depositó un pequeño beso en mi mejilla. Su perfume era increíblemente exquisito.- Buenas noches, Camila.-
Lo miré por última vez antes de regalarle una pequeña sonrisa y empezar a caminar hacia la salida.
Durante el camino de regreso a casa tenía una enorme sonrisa en el rostro imposible de borrar.
Había pasado una semana desde el asuntó en la cafetería y aunque veíamos a Dinah y Lauren todos los días después de clases, aun no habíamos respondido a su broma, hasta ahora.
-Hola niño.- interrumpió Normani a un niño que iba en su skateboard por el parque.
-Hola...- repitió inseguro, posiblemente temeroso de que lo secuestremos.
-¿Quieres ganarte veinte dólares?- y el rostro del niño se iluminó.
-¿Qué vas a hacer?- le pregunté a Normani sin entender que tramaba. No me respondió.
-¿Ves a esas dos chicas al otro lado del parque?- señaló a su objetivo y el niño asintió.
Puedo decir que fueron los veinte dólares mejor invertidos de la vida.
El niño hizo lo que Normani le pidió, tomó nuestra bolsa de basura, subió a su stake y se dirigió hacia el lugar donde Lauren y Dinah habían estado limpiando solo para soltar todo su contenido a su paso.
-¡¿Pero qué te pasa?!- gritó Lauren mirando como el niño escapaba en su skate antes de que ella pudiera atraparlo.
Normani y yo reímos tan fuerte al ver sus incrédulos y enojados rostros, causando que Lauren volteara a vernos, entendiendo quien era el verdadero responsable.
Ella sonrió y lentamente elevó su mano para mostrarnos un dedo que levantó en alto.
Volví a reír hasta que mi estómago dolió.
Habíamos tenido nuestra venganza.