Capitulo 11

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Al día siguiente Dinah y Lauren nos saludaron con amabilidad. Algo estaba mal, definitivamente algo iba a estar mal.

Habíamos terminado la limpieza de los parques y a una semana de terminar el trabajo comunitario, lo único que nos quedaba por limpiar eran unas cuantas calles.

-Mani, ¿qué crees que están tramando ahora?- le pregunte en voz baja mientras las miraba reír al otro lado de la calle.

-No lo sé, pero el maestro está cerca. No lo pierdas de vista por si lo necesitamos.-

Y así fue, durante las dos horas de trabajo comunitario no perdimos al entrenador de vista y si se alejaba demasiado, lo llamábamos preguntando cualquier ridiculez que contestaba con largos y cansados discursos.

-Entrenador, Shawn está molestándome.- se quejó Cecily llamando la atención del hombre.

-Shawn, te dije que dejes a Cecily en paz.- se alejó de nosotras mirando al alto chico.

-Entrenador, no se vaya, aún no termina su historia de cómo aprendió a tejer.-

La historia era tan aburrida como su título.

-Tranquilas chicas, volveré en seguida.-

Lo vimos alejarse e instintivamente volvimos la mirada sobre las dos chicas al otro lado de la calle.

Ellas nos miraban fijamente con una enorme sonrisa.

Tenían el control de la situación, de nosotras.

Lentamente bajamos las miradas para seguir limpiando la calle y en menos de dos minutos un auto color negro se estacionó junto a nosotras. Era el auto de Lauren. Bajaron sus vidrios para mostrar a cuatro chicos dentro de él y con ellos tres pistolas de agua que nos apuntaban como si fuéramos un indefenso venado en tiempo de casería.

-Por favor, no lo hagas.- suplicó Normani mirando al chico que se ubicaba en el asiento del copiloto.

Él solo le dedicó una sonrisa y un guiño antes de empezar con el ataque.

No sé cuánto grité, ni cuan alto lo hice, ni a cuantos dejé sordos pero al sentir el agua helada sobre mi cuerpo, empapando todo mi uniforme lo último que me importaban eran mis compañeros.

Los chicos no se detuvieron hasta que se terminaron toda el agua de sus pistolas y el entrenador no pudo llegar a tiempo para protegernos.

Ni para terminar su aburrida historia.

En cuanto el auto se marchó, vi como Dinah y Lauren se retorcían de la risa al otro lado de la calle. Escuche la risa de Lauren por primera vez y de nueva cuenta un sentimiento de familiaridad me envolvió.

-Yo la conozco.-

Susurré sin la intención de que alguien más me escuchara.

Volver al instituto con el uniforme mojado fue increíblemente incómodo y humillante. Y como si eso no fuera poco mi propio equipo empezó a burlarse de nosotras.

Mantén la calma, Camila. El crimen por asesinato no se verá bien en tu recomendación para la Universidad. Mantén la calma.

Me repetí una y otra vez hasta bajar del autobús.

Pero al llegar al auto de Normani todo mi autocontrol se fue al infierno.

-¡¿Es en serio?!- dije increíblemente molesta.- ¿Por cuánto tiempo más planeas tener ese auto de circo?-

-Por el tiempo que a mí me dé la gana.- respondió igual de irritada.

Abrió las puertas con el mando y caminó hacia el vehículo para subir pero al ver que yo no me movía ella se detuvo.

-¿Te quedarás ahí parada?-

-Es mejor que ir en esa cosa.-

Estaba tan molesta por lo sucedido que solo buscaba una estúpida excusa para iniciar una discusión con cualquiera que tuviera en frente.

Lamentablemente esa era Normani.

-Sube al auto, Camila.-

-No subiré en esa cosa.-

-No discutiré contigo. Sube ahora.- exigió.

-No subiré.- respondí con firmeza.

-¿Planeas llegar a casa en taxi y con el uniforme mojado?-

-Si así me evito la vergüenza publica, lo hare.-

-Bien, has lo que quieras.- terminó subiendo al auto y encendiéndolo.

La única razón por la que casi nunca discutíamos era porque ella sabía cómo terminar con mis berrinches.

Ignorándome.

Y al no tener con quien desquitar mi enojo, la parte racional de mi cerebro volvió a funcionar. Ningún taxi en la cuidad me llevaría. Mi uniforme estaba tan mojado que nadie estaría dispuesto a dejarme subir para manchar sus asientos. Y caminar no era una opción.

-Mani, espera...- dije antes de que ella pusiera el auto en marcha.

Durante todo el camino ninguna de las dos dijo algo al respecto. Yo seguía molesta –no con ella- y Normani trataba de ignorarme. Sabía que era la única manera de que no empezáramos una nueva discusión por alguna cosa sin importancia.

-Gracias por traerme.- agradecí cuando estacionó frente a mi casa.

-La guerra no es entre nosotras.- me recordó.- Linda tarde, Camila.-

-Mani, lo siento.- me disculpe sintiendo que soportarme era una cosa a la que mi mejor amiga estaba acostumbrada pero no por ello debía soportar mi ataques insensatos.

-Está bien, Mila.- dijo ella girando su cabeza para encontrarse con mi mirada por primera vez desde que salió del estacionamiento del instituto.- Si no te conociera no sabría que tu mal hábito es buscar pelea para sacar el enojo que tienes dentro. Por suerte para ti te conozco desde el jardín de infantes y esto no me toma por sorpresa.- ella sonrió ligeramente.

-Entonces ¿estamos bien?-

-No sabría con qué otra persona llevar a cabo mi venganza.- dijo esta vez con una sonrisa más grande.- estamos bien, Mila.-

La envolví en un fuerte abrazo que no duro ni dos segundos pues nuestros uniformes mojados tocando nuestros cuerpos por la acción nos obligó a separarnos de inmediato.

-La intención es lo que cuenta.- dijo ella con burla.

-De este abrazo no te escaparás mañana.- sentencié.- será mejor que suba a cambiarme o atraparé un resfriado. Te escribo al rato.- dije finalmente antes de bajar del auto.

Escuché la risa de Normani al verme caminar como pato por el largo e interminable jardín delantero. 

Loca por ti (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora