XIII. NUEVO ESTILO.

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1

Yoongi no había podido conciliar otra vez el sueño, no después de esa tan horrible pesadilla y aquella erección con la que se levantó.

Definitivamente no podría volver a ver a Jimin a los ojos.

Cuando el reloj de su cuarto posó las siete y media, sacó el pie izquierdo de su cama seguido por el derecho. Rascó su cabeza y caminó moribundo hacia el baño que estaba conectado con su habitación.

Mientras lavaba sus pequeños dientes blancos, se apreciaba en el espejo mediano colgado en la parte superior del lavabo. Notó ojeras más grandes que las de costumbre debajo de sus ojos.

—¿Qué mierda?—preguntó adormilado acariciándolas con su dedo índice.

Sabía que era por no dormir, no era la primera vez que le pasaba. Recordó haberse quedado despierto toda la noche jugando en su computadora en un día de semana; no era nada que ya no le hubiese pasado.

Pero se veía horrible.

Después de terminar con su higiene en el cuarto de baño, se vistió y bajó por algo de comer a la cocina, allí se encontró a su madre preparando café de espaldas a la mesa.

—Hoy llegaré tarde del restaurante—le informó.

Yoongi se extrañó.

—¿O sea que cuando llegas tarde o no llegas en sí, no es del restaurante?

Su madre se dio la vuelta con arrogancia y le tendió una taza con vapor saliente de ella: —Sólo no estés despierto, a eso me refiero.

Yoongi se alzó de hombros sin darle importancia al asunto y bebió un sorbo. 

—Dejé la cena en el refrigerador y galletas dulces en la lacena para el colegio, así que no tienes excusas para morirte de hambre.

Él asintió con la cabeza y observó a su madre tomar su cartera.

—Pórtate bien, ¿oíste?

Yoongi ladeó el labio: —Define portarse bien.

La mujer rodeó los ojos y cerró la puerta detrás suyo. No tenían ese tipo de relación de madre-hijo en la que se despedían con un cariñoso abrazo o un pequeño beso en la mejilla.
A veces él deseaba que así fuera.

Al acabar el café, Yoongi tomó su morral y aquellas galletas de las que hablaba su madre.

2

Estaba muerto de sueño en Literatura, la clase en la que se suponía que debía de prestar más atención que a las otras. Yoongi no tenía idea de qué hablaba el profesor, creía que se refería a alguna tarea que seguramente él no hubiese hecho.

—Pásenla para adelante—demandó su profesor y se dedicó a escribir en la pizarra.

Él no se inmutó y el compañero que tenía en frente se volteó en busca de una hoja qué pasar. Yoongi negó con la cabeza, haciendo que el chico volviese a sus asuntos.

¿Qué importaba esa tarea de mierda? Absolutamente nada, no es cómo si entregarla le subiera el promedio en el momento. Otro día se esforzaría, hoy no.

LA LOCURA DE MIN YOONGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora