XIV. HUNDIÉNDOSE EN LOS RECUERDOS.

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Hoy Yoongi no vería a Jimin después de clases, era martes; tendría que pasar dos horas por la tarde con la Señora Stone, quisiera o no. Se lo había planteado a Jimin en una de sus primeras clases:

—Los martes no podré venir.

Así habían acordado y Jimin no protestó.

Ahora Yoongi descansaba sobre la silla en la que acostumbraba sentarse dentro del consultorio de su psiquiatra. Ella aún no llegaba pero Yoongi no estaba preocupado, no importaba qué tan tarde llegara, nunca faltaba.

Observó con curiosidad los retratos de madera en dirección a la silla vacía de la mujer y los tomó despacio. Jamás había podido ver de quiénes se trataba desde su lugar.

Un chico de aproximadamente ocho años y una pequeña de tal vez diez. Ambos abrazados en algún tipo de río o laguna, con una sonrisa de oreja a oreja.

¿Sus hijos podrían ser? 

La fotografía le trajo recuerdos al adolescente, llevando su mente a un lejano lugar; un río transparente.

Ese día, su padre había llevado a su madre y a él a un hermoso río, justo como en la fotografía.

"Es de verdad mágico", les comentó el hombre. Yoongi llevaba una inocente sonrisa, en sus ocho años de vida era la primera vez que pescaban en familia y él no podía estar más feliz. Según recordaba, su madre lucía el mismo gesto que él.

"¿No es genial, Yoonie? Papá nos llevará de pesca", le había dicho ella en el auto mientras abrochaba el cinturón del pequeño en la parte de atrás del auto rojo.

Él asintió emocionado, pensó que no sería suficiente expresar su felicidad en palabras así que se mantuvo callado en el trayecto al río. Estaba vestido con su habitual gorrita de militar y sus muy azules pantalones cortos; listo para pescar.

Al llegar al río sus ojos se iluminaron cómo por arte de magia; cómo su papá había predicho.

"¿Verdad que es bello, campeón?", preguntó su padre mientras le sujetaba la manito para que no tropezase con alguna rama.

Yoongi se quedó apreciando el bello paisaje frente a él con una sonrisa y asintió con la cabeza. Estaba completamente embobado, de igual forma que sus compañeros con juguetes nuevos.

Su padre rió tras la cara de su hijo, él no era de los hombres que se reían con todo, lo que alegró a Yoongi. Era la segunda vez que lo veía reír, la primera ocurrió cuando al niño se le cayó su primer diente de leche y le dijo con una expresión seria en el sofá: "Mira papá, me estoy volviendo anciano como tú", a lo que él no supo qué responder y se echó una que otra carcajada.

Yoongi desprendía alegría y prosiguió a caminar a las orillas del río juntando piedritas mientras sus padres armaban el bote en el que pescarían.

Él quería juntar las más bellas y con mejor forma para los dos adultos, la más pequeña se la quedaría él, quería hacer algo parecido a un dibujo que había hecho en clase.

Continuó en busca de las piedras más lindas y de vez en cuando le echaba un vistazo al bote inflable (era la primera vez que veía uno armado, le hacía ilusión).

Se sentó y con su corto dedo índice revolvió el pasto, efectivamente pudo encontrar tres piedras que concordaban con su idea, estaban juntas pero no eran perfectas; cómo su familia.

Yoongi se levantó ilusionado del pasto y miró a sus padres.

"¡Miren lo que..!"

Los dos discutían, podía notar sus gestos enojados y escuchar a lo lejos sus gritos. En casa discutían una variedad de veces pero Yoongi sintió que ésta vez no pintaba para nada bien. No era cómo de costumbre, su madre le replicaba y su padre simplemente agachaba la cabeza y asentía. La mujer parecía comenzar a hartarse y el hombre trataba de explicarse. 

LA LOCURA DE MIN YOONGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora