XXI. EN LA ENFERMERÍA.

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Habrán miles de maneras de quitarle la dignidad a un hombre—a un chico—, entre ellas están: robándose su almuerzo, quitarle a la novia o aún peor: robándose su almuerzo y quitarle a la novia. Pero, lastimosamente, para Yoongi no había sido así. Le habían quitado la poca dignidad que le quedaba de la forma más atroz y vil. Él simplemente no sabía qué hacer.  

Tenía a Jimin a su lado, quién describía a la perfección el rostro que tenía Jungkook cuando fue a buscarlo a su salón en mitad de la clase de Historia.

—Yo estaba apenado...—describió mirando a lo lejano, simulando profesionalidad de actor ganador de un Oscar y un Globo de Oro—...pero Jungkook me tomó varonilmente entre sus brazos y me susurró al oído...

—Jimin, repítete eso en tu cabeza hasta que te lo creas, ¿sí?—bufó Yoongi cruzándose de brazos y arqueando una ceja—. Entendí la parte en que me desmayé pero, joder, te desorientaste cuando fue por ti al aula.

—¡No me desorienté, era a lo que iba, Yoongi, pero no sabes esperar!

—Sería más rápido que dejaras tus descripciones de novela mexicana exagerada y fueras a lo importante. 

—¿Y no es importante la relación amorosa que hay entre él y yo?

—Claro que sí, Jimin. A todos nos importa tu inexistente relación con el cara de rata, pero: enfócate. Estoy en una cama de enfermería y necesito respuestas.

Jimin lo fulminó con la mirada. Era la primera vez que entablaba una conversación con Jungkook y necesitaba contarle a alguien, de otra forma explotaría de la emoción. 

—Pues ya vamos a llegar a esa parte así que sh—y comenzó narrar:—Luego de darnos besos apasionados, nos separamos por falta de aire y dijo angustiado: «¡No podemos, Jimin, tienes novio, ese canalla llamado Yoongi Alberto y está en la enfermería!»—. Jimin imitó la supuesta voz de Jungkook con un tono ronco y Yoongi se mordió el labio por el nivel de estupidez que llevaba encima el chico del que estaba enamorado pero del que no quería admitirlo.

Era algo complicado de decir y difícil de comprender. Aún a sus dieciséis años de edad, para Yoongi había un montón de cosas sin conocer. Por suerte la pornografía no era una de ellas, pero sí el alcohol y la gran conocida primera cita. Yoongi jamás había probado de esas dos últimas, sin embargo, las oportunidades obtenidas en el transcurso de los años de echarle un vistazo le sobraban. En esos momentos de estrés y de decisión en el que en su mente el «sí» predominaba antes que el «no», el chico bueno que yacía muy, muy profundo en su interior le decía que se apartara, que ese lugar no era para alguien tan culto como él.

Desde pequeño, las cartas en la secundaria y los bolsos dejados así nada más sobre las mesas de su casa sólo estaban de adorno. Yoongi no iría por ese lado aunque se lo imploraran. Sí, pudiese ser que robara algún que otro libro a su madre. Sí, pudiese ser que le agregara nada más un poquito—un poquitín—de sarcasmo y vulgaridad a sus palabras pero no era un canalla. En cuanto a las chicas, bueno, simplemente les guardaba cierta fobia irreconocible desde que su primer beso fue robado.

 —Entonces exclamé confundido: «¿Qué? ¿Crees que Yoongi Alberto es mi novio?» y él me respondió: «Sí, María Jimin, ¿o acaso lo malinterpreté?». Yo me reí y tímidamente le di un golpecito suave en el hombre. Obviamente lo negué y ahí fue que me contó sobre tu desmayo. Si es que no recuerdo mal, dijo algo sobre que te llevó sobre su espalda a la enfermería, donde te dejó y fue por mí para que cuide de ti. Después de escucharlo le dí una cachetada porque, bueno...es lo que siempre hacen en las novelas y aquí estoy.

—Si le quito la exagerado, la historia quedaría como...

Jimin rodó los ojos.
—Jungkook fue a buscarme a mi aula para que cuide de ti porque pensó que tú y yo...—Yoongi frunció los labios y Jimin se infló de mejillas—...lo que sea, lo negué y me contó sobre el repentino desmayo que sufriste en el receso.

LA LOCURA DE MIN YOONGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora