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Es la noche de navidad.
Jungkook volvió a darse un vistazo frente al espejo del baño y movió una vez más ese pelillo molesto que sobresalía de los demás.
Corroboró la hora con el reloj de mano que su padre aceptó prestarle en la mañana, através de la panatalla de su laptop. Jungkook aún sentía los mismos nervios que cuando hombre le preguntó para qué lo necesitaba. Allí le contó que Yoongi iría esa noche a cenar.—¿Se amigaron?—le había preguntado. Su padre estaba en una habitación de hospital. La cámara lo enfocaba desde la mitad del torso hasta su cabeza. Tenía puesto una gorra navideña, con un pompón blanco al final. Jungkook dedujo que la idea fue de su madre.
—Algo así.
—Hmmm—meditó su padre—. Campeón, ¿recuerdas mi camisa amarilla?
—Sí, la cara, que dijiste que nunca la tocara.
—¿Eso dije?—Jungkook asintió—. Bueno, es tuya.
Cuando Jungkook expresó su asombro, el rostro de su madre apareció en pantalla.
—¿Yoongi irá a cenar a casa?—le preguntó ella a su esposo. Sonreía de mejilla a mejilla, a pesar de lo cansada que se encontraba. Jungkook lo notó por las bolsas debajo de sus ojos. Llevaba la misma gorra roja que su padre
—Sí, le decía que se conservara mi camisa—le comentó el hombre.
Un grito de emoción salió de su madre. Ella era de las entusiastas.
—¡Debes ponerte lindo, claro que sí!Jungkook se cubrió el rostro, avergonzado. Él le había contado a su madre sobre Yoongi. Su padre lo mencionó en una ocasión, en el hospital, cuando contó uno de sus chistes de toc-toc. Y allí vinieron las preguntas y esos codazos insistentes de su madre que valían más que mil palabras.
Sin embargo, Jungkook jamás tocó el tema de su desaparición con ellos.
—¡Y házme del favor de decorar esa casa, ni siquiera parece 25 de Diciembre, cariño!
—Está bien, mamá.
Continuaron hablando horas, en las que su madre insistió en que se pusiera el gorro rojo que le habían dejado en su armario. Al final, Jungkook cedió y le preguntó si es que había acabado el libro. Su madre asintió, y su hijo, con las orejas del mismo color que su gorra, le mandó un abrazo virtual, porque no la tenía enfrente para darle uno como solían. Su padre se burlaría cuando volvieran a casa, pero, cuando Jungkook veía a su madre sonreír, no le daba importancia a pequeños detalles.
—No sé cómo funciona, ¿deberíamos decirle que use protección?—meditó su madre. Su padre estuvo a punto de caerse del asiento alcochonado en el que estaba sentado, de las carcajadas.
—Vale, fingiré que no escuché eso.
—Fue broma, cariño—se acomodó la gorra—. Obviamente sabemos que vas a usar protección.
—Eun, él aún es un bebé—le dijo su padre a la mujer—. No está listo.
—Es cierto—afirmó—, mira su carita de bebé.
Jungkook apretó los labios y parpadeó, perdido en la vergüenza. Sus padres volvieron a reír en la pantalla. Él terminó uniendoseles.
Cuando un Doctor entró por la puerta, supieron que la charla había terminado por ese día.
—Feliz navidad, Kookie. Te amamos—se despidieron los dos. El chico agitó su mano.
—Feliz navidad—dijo—. Los amo, también.