XLI. ENCONTRANDO LA PAZ.

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1

Park Jimin sirve la cena.

Una tormenta de nieve llenaba las calles a las afueras.
Mientras, dentro de su casa, su hermano lo observaba con suma atención verter gaseosa en los vasos de vidrio y sentarse.

—Aunque no estén mamá y papá debes comer—acreditó Jimin.

—No es eso.

—¿Qué es entonces?

—Actúas raro—reconoció—. No sólo ahora: últimamente. Como si intentaras ser alguien que no eres.

—¿Es por ese chico?

—Si no vas a comer, ve a dormir.

—¿Sabes? Creí que no eras igual de hipócrita que mamá y papá, pero me equivoqué. Eres peor. No puedes engañarte a ti mismo toda la vida con ese color de pelo y esa actitud nefasta.

Jihyun subió los ruidosos aleros de la escalera de carácol.

Jimin terminó su plato y comenzó a guardar el de su hermano, con comida en el refrigerador. Sus labios le temblaban.

Podría considerarse un pésimo hermano mayor si dejaba que las palabras del menor lo afectaran.
Pero el chico tenía razón. Tanta que le dolía reconocerlo.

Luego de Yoongi, no podía llegar a reconocerse a sí mismo.

Abrió el grifo y dejó la llave caer sobre el plato de porcelana. Allí su rostro se reflejó.

Y el plato impactó contra el aluminio y se dividió en grandes partes.

—Mierda...—masculló y trató de arreglar el desastre juntando los trozos de porcelana con sus manos. Una punta dio con la palma de la derecha, hasta formar una línea roja atravesando la superficie de su palma.

—¿Qué fue eso?—preguntó Jihyun, bajando las escaleras.

—¡Nada!

Jihyun observó su espalda, extrañado.

—¿Qué se rompió?

Jimin juntó los trozos con su mano izquierda y se mordió el labio hasta llegar al tacho de basura, junto al refrigerador.

Su mano palpitaba

—¡Dios!—exclamó Jihyun—. ¡Tu mano!

Jimin trató de esconderla detrás de su espalda.

—Traeré el botiquín de mamá.

—No es tan serio.

—No podrás decírmelo cuando estés muerto por hemorragia.

Jihyun le sonrió antes de correr por la escalera y aún en esas condiciones, Jimin también lo hizo.

—Duele.

2

Jihyun comenzó a cubrirle la herida con una blanca y larga venda. Jimin no se quejó en ningún momento por el ardor que sentía.

Sentados en el sofá, la luz del televisor iluminaba la sala.

—Esta es la peor navidad que hemos pasado.

—Bueno, la tía Byul vendrá. Ella te adora.

—Pero no a ti. Prácticamente te odia.
Es papá con bigote, después de todo.

Jimin sonrió con gracia.

—Bueno, no es como si me importase que les haya regalado la Guía de Padres para la Prevención de la Homosexualidad a mamá y papá.

LA LOCURA DE MIN YOONGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora