III

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Narra Tyler

Aquí no existe bien definido el día o la noche, pero aún se conservan relojes muy viejos que indican más o menos la hora. Por suerte aquí había uno de esos. Desde mi ventana se puede ver la Luna en su punto más alto.

Me levanté la cama y me estiré aún observando la ventana. Las estrellas se encendían y apagaban. En el orfanato decían que era porque estaban a punto de morir o caer, para así ser estrellas fugaces.

Las estrellas fugaces son hermosas, pero, debe ser aterrador pensar que están cayendo y muriendo de a poco.

—Hey, Josh— me giré para ver la cama a unos metros más allá, pero estaba vacía. Estaba cubierta de plumas negras. —¿Josh?— volví a preguntar por él, pero no hubo respuesta.

Me levanté de la cama y me dirigí a la entrada de la casa del árbol. No puede haberme abandonado... ¿O sí?.

Con dificultad logré colocar un pie sobre las escaleras para comenzar a bajar. Para Josh debe ser mucho más fácil bajar con alas. ¿Por qué no las usa? No lo entiendo.

Al llegar al suelo me sentí cegado por lo oscuro de el bosque. Caminé en reversa intentando encontrar la Luna entre los grandes árboles pero gracias a mi gran estupidez, tropecé. Comenzó a dolerme la cabeza y parte de mi espalda baja.

—Ouch...— escuché una delicada voz quejarse.

Me asusté y me senté rápidamente para levantarme y darme cuenta de que estaba a centímetros de una chica rubia. Sus enormes ojos azules estaban sólo a centímetros de los míos, al igual que sus labios rosas y su piel clara como su vestido.

—¿Estás bien?— preguntó su dulce voz.

—S-Si...— me levanté rápidamente del suelo y me di un golpe en la cabeza con la rama de un árbol.

—Cuidado...— dijo ella apenada.

Al estar de pie y más lejos de ella, pude observarla bien. Era la humana que se asomó en la montaña. Abrí mis ojos sorprendido y asustado para luego esconderme detrás del árbol a mi lado.

—¿Qué hiciste con Josh?— pregunté con voz temblorosa y asustado.

—¿Josh?— levantó una ceja y rió. —No sé de quien me hablas—

—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?— no quería salir detrás del árbol.

—Vine aquí porque estaba triste. Quería conocer este lugar... supongo que tu también— rió. —Es lindo. No sé por qué los demás no hacen lo mismo y vienen hasta aquí— sonrió. Tenía una sonrisa hermosa...

—¿Los demás?— pregunté confundido.

—Si... los demás. Ya sabes, todos aquí nos tenían miedo y nos enviaron al otro lado de la montaña— dio lentamente un par de pasos hacia mi.

¿Expulsarlos detrás de la montaña? Acaso... ¿ella habrá nacido sin alas también y la habrán expulsado con los humanos? ¿Hay más como yo?

—Espera... ¿tú no naciste con alas?— pregunté saliendo detrás del árbol.

Ella iba a responderme pero una fuerte ventisca que parecía un tornado pasó frente a nosotros, provocando que ella tuviera que sujetar su vestido para que no se levantara. Cerré mis ojos para que no cayera tierra dentro de ellos y al abrirlos noté como caían plumas de color negro por al rededor.

—¿Josh?— pregunté a la nada.

—¿Quién?— dijo ella asustada y temblando por el susto o frío.

Isla de Aves No Voladoras || Tyler JosephDonde viven las historias. Descúbrelo ahora