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Tyler

  —¿Q-que me vaya contigo? ¿A la ciudad? ¿Al otro lado de la montaña?— dije con los ojos bien abiertos.

—Pues... Si. Si tú quieres...— dijo bajando la mirada. —Vamos por unos días. Te enseñaré la ciudad. Nadie sospechará que eres de aquí, si mantienes la calma ante todas las cosas que hay del otro lado—

—N-no lo sé... Yo...— Jenna tomó mi mano y la acarició.

—Yo estaré contigo. Te lo prometo— sonrió.

—Está bien...— me sonrojé y subí al bote para llegar a los pies de la montaña.

—Esto es algo complicado si nunca antes has trepado— dijo Jenna buscando donde apoyar sus pies para escalar.

Realmente no tenía problema. En nuestra isla suelo escalar muchísimo arboles, no creo que haya tanta diferencia. Aunque subir volando, sería mil veces más fácil. Con mucho cuidado y miedo comenzamos a escalar. Mis piernas temblaban mucho al ver como algunas piedrecillas y tierra caían hacia abajo.

—No mires el suelo— dijo Jenna. —Mantén tu vista en tu agarre o hacia arriba—

Al llegar hasta cierto punto, encontramos un lugar que parecía estar hecho para subir. Era de superficie lisa y en subida, pero muy angosta.

Con cuidado y sujetándonos de las rocas en las paredes seguimos escalando. Tenía miedo de todo. De llegar al otro lado, de caer, de que Josh apareciera o alguien del orfanato nos viniera a buscar y nos llevaran lejos; que le hagan algo a Jenna...

—Ya casi, Ty— dijo Jenna apoyando su pequeño pie sobre una roca para comenzar a llegar a la cima.

—No sé como has podido pasar por esto todos los días que me has venido a ver, Jenna.—

Cuando una persona realmente quiere algo, con todo su corazón, no importa que tan difícil pueda ser el camino, si la meta al final será tu recompensa por todo tu arduo trabajo

Aquellas palabras se quedaron plasmadas en mi mente. En cuanto tenga la oportunidad, las escribiré en mi libreta.

—Toma mi mano— dijo ya sentada en la cima de la montaña.

Obedecí, cerré los ojos al producir la fuerza para subir y exhausto me senté sobre la montaña aún sin abrir mis ojos. Era impresionante. Parecía que no era todo total obscuridad. Se veía algo más gris. No sé si estoy preparado para esto.

—¿No quieres ver?— preguntó.

—Tengo miedo...—

—Créeme, te gustará. Creo...— rió.

Poco a poco abrí mis ojos y estos se encandilaron de tanta luz. Puse mis manos de manera que me cubrieran algo de la luz del sol que llegaba y pude ver con más claridad.

El cielo no era negro ni un azul obscuro, era celeste. Los colores se distinguían con mayor claridad y habían gigantes estructuras y artefactos que se movían por todos lados. Estaba impresionado, era un mundo nuevo por conocer. No sé como describir nada, porque no tenía idea de nada de lo que estaba viendo.

Y... El sol...

—¡No lo mires directamente!— me gritó.

—L-lo siento, ¿Por qué?—

—Su luz y energía es muy fuerte para tus ojos, te hará daño, además, no estás acostumbrado. Ven, bajemos.—

Con cuidado nos movimos algo más hacía la derecha donde parecía más fácil bajar. Más o menos a la mitad de la montaña, Jenna tenía un pedazo de... Cartón para deslizarnos.

Isla de Aves No Voladoras || Tyler JosephDonde viven las historias. Descúbrelo ahora