Isla de Aves No Voladoras || Tyler Joseph

XXIX

Narra Josh

Ned comenzó a saltar por toda la casita. El sabía que esto pasaría y... Sigo sin comprender como.

—¿Estás feliz?— le pregunté.

Él sacudió sus orejitas y corrió nuevamente a la ventana. Teníamos la imagen de Tyler en el cielo, con alas y besando a Jenna. Esto es algo que no le permitirá volver a la ciudad, pero si le va a permitir ir hasta el pueblo, hasta el castillo...

—Está tan cerca...— susurré. Ned se volteó a verme y sonrió. —En cualquier momento lo perderé, estoy seguro— 

Cambió totalmente su expresión a una mucho más apenada y se acercó a abrazarme mientras negaba con la cabeza. 

—Es triste, pero así será, amigo...— sentí algunas lágrimas acumularse en mis ojos. —Han pasado más de 15 años, Ned— tomé una pausa para volver a apreciar aquella imagen de la ventana. —Es demasiado para mí...—

Narra Tyler

—No lo puedo creer...— susurré.

Comencé a sonreír y reír. Jenna me vio a los ojos y mi felicidad se le contagió. Esto era una verdadera locura. Se acercó a mi de nuevo y me dio un corto beso en los labios.

No sé cómo, pero sacudía mis alas y nos permanecíamos en el aire. Podía ver a lo lejos los rayos del sol, algunos edificios de la ciudad. Por otro lado, veía el castillo, muchas islas y muchos otros lugares interesantes que conocer.

—Tyler, deberíamos bajar— rió Jenna. 

Estaba aferrada a mi cuello con mucha fuerza para no caer. La sostuve con más fuerza por la cintura e intenté tomar el control de mis alas.

No sabía como detenerlas o cómo reducir su velocidad. Ahora tenía miedo, y es que, tal vez es por esto que Josh no vuela mucho. No tiene control de sus alas.

De a poco, con mucho miedo y torpemente, logramos casi llegar al suelo en pie, pero cuando ya estuvimos cerca, me asusté, mis alas dejaron de moverse de la nada y ambos caímos al suelo.

Jenna cayó sobre mí, pero al menos no caímos de una gran altura. Creo que no me hice daño.

—¿Estás bien?— pregunté.

—S-Si...— colocó sus manos en mi pecho y logró sentarse sobre mí. Sujetaba su cabeza y parecía estar algo mareada.

Me senté también y la tomé de las mejillas. —No pareces estar muy bien...— dije algo apenado.

Sacudió su cabeza y luego sonrió. —No es nada, Tyler— acarició mi mejilla. —Creo que nada podría hacerme sentir mal ahora...—

Me sonrojé. ¿Todo esto pasó gracias a Jenna? ¿Mis alas aparecieron gracias a su beso?

Creo que me siento igual que ella. Me apena no saber cómo usar mis alas, pero... Tengo alas, me besé con ella y... ¡Tengo alas!

Su beso se sintió como algo tan bello, algo que jamás en mi vida había experimentado. Me sentí feliz, cómo si toda mi vida hubiera necesitado algo así. 

Respiré hondo y me quedé viéndola a los ojos. Ella siguió acariciando mi mejilla y yo deslicé mis manos hasta su cintura. Me acerqué hasta unir nuestras frentes y rozar nuestras narices. Mi corazón latía rápido otra vez y mis manos temblaban. 

Relamí mis labios y volvió a tomar una bocanada de aire.

—Jenna...— dije en un tono demasiado bajo, incluso para mí.