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Brendon iba saliendo del local de desayunos "Doña Rosita" con su jugo de naranja cuando a lo lejos vio algo que parecía ser una bicicleta con tres personas trepadas. Negó con la cabeza.

—México mágico—dijo en voz alta.

Se acercó a la parada del micro, donde lo esperaba otro chico.

—Gracias por esperarme, Dall.

—Pa' eso estamos, compa—respondió el más alto.

Brendon suspiró, dando un sorbo a su jugo antes de hacerle la parada al micro que ya se acercaba.

Dallon le movía el tapete cañón. Pero temía confesar sus sentimientos por miedo a revelar su orientación sexual. Incluso el más alto ya lo había mandado indirectamente a la frienzone. Aún así eran los mejores amigos.

Todo era triste ese día para Brendon. Veía todo tan gris, tan vacío, tan monótono. Sólo quería quedarse en su habitación todo el día, todos los días viendo Acapulco Shore, y si era posible, asesinar a todos los que lo rodeaban. Excepto a su perro, Firulais. Y su mamá. Y también a Dallon, aunque fuera un idiota.

Se subieron al micro y se sentaron juntos para escuchar música, un audífono para cada uno.

—Sácate los cumbiones —le dijo Dallon a su amigo.

—Awanta.

Brendon estaba buscando qué poner en su teléfono cuando vio de reojo algo parecido a un marrano bañado en mierda detenerse justo junto a sus asientos.

—Ábranse perras —les pidió el chico—. Que ya no hay lugares y me van a aplastar.

—¿Ahora tú qué verga? —preguntó Dallon cagándose de risa.

—¿Qué te importa?

—Wey muy tu pedo, los asientos son para dos —le dijo Brendon.

—No les estoy preguntando—respondió Gerard empujándolos para hacerse caber.

—¡Wey, me estas ensuciando la ropa!—reclamó Dallon. Se acercó más para olerlo y preguntó: —¿Se te tiró el champurrado o qué pedo?

—Ay, déjalo—le dijo Brendon—. No lo pongas de malas, acuérdate que él se discute los chicharrones saliendo de la escuela.

—Buen punto. Pues ya qué.

Cuando finalmente llegaron a la escuela, los tres bajaron del auto y se dirigieron a su aula correspondiente.

Brendon y Dallon tenían química juntos (no literalmente, para mala suerte de Brendon) a primera hora. Tomaron asiento, uno detrás de otro al igual que los demás estudiantes que iban llegando.

A Brendon le encantaba el olor de Dallon, psicópata pero cierto. Así que disimuladamente acercó su pupitre al de Dallon y aspiró en su hombro por detrás, captando el exquisito aroma de su suéter, a perfume de Hugo Boss pirateado.

Suspiró y volvió a hacerlo, ésta vez más notorio.

—Hmm, wey—dijo el más alto.

—¿Sí?—respondió Brendon apendejado.

—¿Qué verga?—volteó a verlo con el ceño fruncido.

—Jaja, perdón —se disculpó, alejándose, queriendo morirse del pinche oso.

—Ah weno.

La magia de ensueño de Brendon terminó cuando Breezy, la morra que más le cagaba de la Escuela Preparatoria AMLO apareció frente a su hombre.

—Nos vemos a la salida en el polvorín, Dall—dijo Breezy con voz seductora.

«Sólo yo le puedo decir Dall» pensó Brendon. «Además ésta morra toda meca es de nuevo ingreso, ésta no es su aula. Qué oso wey, mátate».

Brendon estaba tipo:

A su vez, lloraba en silencio mientras Breezy se sentó en las piernas de su amado

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A su vez, lloraba en silencio mientras Breezy se sentó en las piernas de su amado.

Sacó su alcatel al no tener datos se puso a ver su galería.

La profesora de química entró al salón y se sentó en el escritorio. No obstante nadie notó su presencia todos siguieron hablando y gritando.

De repente, todos se callaron cuando al aula tocaron la puerta. La profesora abrió y se asomaron dos prietitos con los zapatos sucios. Detrás de ellos venía Patrick. Casi intacto, pues tenía una raspadura en su mejilla derecha pero era todo.

—¿Y ustedes qué?—les preguntó la maestra.

—Déjenos pasar, doña—pidió Vic—. Plox

—¿Dónde estaban?—preguntó Conchita.

—¿Nos deja pasar, profesora?—corrigió Patrick—. En realidad tuvimos un día no muy bueno. Casi atropellamos a alguien, y nuestra bicicleta fue desarmada. Tuvimos que llegar a la escuela caminando y mis compañeros me llevaron en sus hombros para que no me cansara.

—El Pete me obligó—dijo Vic, y el mencionado le dio un codazo.

—No, no es cierto. Digo, es que yo le dije al Vic que hay que ser buen pedo con el nuevo—dijo Pete nervioso—. Hay que caerle bien a la gente, siono miss.

—Sí, sí, como sea, pasen—les dijo la profe Conchita—. Pero tienen falta. Y un punto menos por ese vocabulario.

Los tres pasaron al aula y se sentaron.

—Esto es algo que no se ve todos los días —dijo un chico viendo todo desde atrás, tipo:

Siguió practicando su asocialidad desde el fondo del aula, haciendo lo posible por no llamar la atención

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Siguió practicando su asocialidad desde el fondo del aula, haciendo lo posible por no llamar la atención.

Eso hacia siempre.

emo trinity mexican |peterick; frerard; joshler; brallon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora