treinta y ocho; verga, güey

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Eran las tres de la tarde en casa de Pete, cuando Frank y Gerard llegaron de la escuela antes que el mismo Pete. Para beneficio de ellos, tenían la casa sola.

Efectivamente, cogieron.

-¿Crees que deberíamos decirle a la hermana de Pete que ocupamos su cuarto cada que vengo para acá? -preguntó Gerard con la respiración entrecortada.

-Nel, igual y no se da cuenta-. Frank le dio un beso-. Puede confundir los mecos con gel para el cabello y ya.

-Oye sí-. Gerard se incorporó y sentó en la cama-. Tengo que decirte algo.

-¿Qué?

-Hablé con mis jefes...-. Gerard tomó las manos de su novio.

-Ya valió pispiote-dijo el tatuado, preocupado.

-No es nada malo, pero primero necesito que me digas por qué vives aquí con Pete, y más te vale que esta vez no me cambies el tema, cabrón-. Lo miró a los ojos-. Si no, no te puedo echar la mano.

Frank suspiró. No quería que Gerard cargara con sus problemas, ni tampoco quería preocuparlo. Los únicos que sabían eran los padres de Pete, su hermana y obviamente Pete.

-Mi jefe me corrió de la casa-soltó-. Todo se juntó, se enteró de que tenía pedos con la raza y de que soy joto. Sabe que estoy contigo... Ah, también se enteró de que fui yo quien desmadró su troca esa vez que me fui a los XV's de la Breezy pero ese no es el punto. Entonces a partir de ese día me quedé en casa de Pete poniendo una escusa equis, después obvio tuve que decirle. Su mamá estuvo de acuerdo bajo algunas condiciones, pero su papá fue más difícil de convencer, pues casi nunca está aquí; trabaja en otro municipio pero cada fin de semana viene.

-Frank...-. Gerard lo miró preocupado-. Pudiste habérmelo dicho.

-No quería que te preocuparas, al chile no es para tanto.

-Pues de todos modos me preocupo a cada rato por todos los pedos en los que te metes, pendejo-. Gerard se cruzó de brazos-. Bueno, te decía que hablé con mis jefes. Les pregunté que qué posibilidad había de que pudieras irte a vivir con nosotros. Ya sabes, de aquí a que nos graduamos de la prepa. Ya después podemos ser sólo tú y yo. Me dijeron que sí, con la condición de que me fuera a chambear de empacador a Aurrera y de que tú también pusieras de tu parte, ¿Qué dices?

Frank lo miró anonadado.

-Pero a ti te caga trabajar...

-Sí, pero puedo lidiar con ello-dijo dramáticamente -. Con tal de que te tenga cerca y que no estés aquí con Pete.

-Dos activos juntos no funcionan, Gee.

-Como sea...-. Gerard frunció el ceño-. Verga, ¿Escuchaste eso?

-A lo mejor ya llegó Pete-supuso Frank.

-Pero se escucha otra voz... Creo que es Patrick.

-¡Pues vístete ya, en chinga!

...

-No me habías invitado a tu casa antes-dijo Patrick entrando.

-Pero si ya habías venido en los XV's de la Breezy.

-Eso no cuenta, estaba pedo-. Patrick se sentó en el sillón-. Y ahorita tampoco, porque yo solito me invité.

-Bueno, sí.

Pete tomó asiento junto a Patrick y recargó su cabeza en el hombro de su novio, pero frunció el ceño al ver en el reflejo de la televisión apagada a dos figuras saliendo de puntitas de la recámara de su hermana.

-A la verga, qué pedo ¿Qué hacían ahí? -les preguntó, volteando a verlos.

-Ay, nada wey, sólo hablando-explicó Gerard.

-Traes el pantalón del uniforme al revés -le dijo Patrick.

-¡Le voy a decir a mi hermana que estaban cogiendo en su recámara! -. Los señaló Pete.

-Nel, me va a pegar y yo a esa vieja sí le guardo respeto-. Frank suplicó.

Todos se callaron cuando la puerta de la entrada se abrió. La doña Dale había llegado con sus bolsas del mandado. Pete tragó saliva, recordemos que Patrick estaba ahí por una razón.

-¿Y 'ora ustedes?-preguntó-. ¿Hay fiesta o qué?

-Tenemos que hablar contigo-dijo Pete nerviosamente.

-Ah caray, ¿por?

-Eh... Nosotros nos vamos de aquí -dijo Gerard tomando a Frank de la mano-. Se la lavan.

Salieron de la casa rápidamente y cerraron la puerta antes de que llovieran los vergazos.

-Siéntate-. Pete palmeó el lugar junto a él en el sillón. Su madre tomó asiento, toda sacada de pedo.

-¿Ya me van a decir qué pasa? ¿Por qué tan misteriosos?

-Mamá, te mentí-el tono de voz de Pete era inseguro, débil. Realmente estaba asustado-. Yo... Yo no ando con la Meagan.

-Ya sabía yo-dijo la Doña Dale indiferente, negando con la cabeza -. Ni yendo a bailar a Chalma te consigues a alguien así. Con trabajos y lavas tus calzones, cómo vas a tener chava.

-Ay-. Pete se sonrojó, pero era tan prieto que nadie lo notó. Se sentía avergonzado-. Bueno, creo que debo dejar de engañarte, como lo he estado haciendo que desde que tengo memoria, simplemente no... No me gusta... Yo...

Patrick vio a Pete. Se sintió mal al ver que las palabras simplemente no eran capaces de salir de su boca. Entonces decidió hablar:

-Doña Dale, ¿Usted cree en esa frase que dice: el amor no es una elección?

-Si todo esto es para justificar que andas con una chamaca toda zarrapastrosa ni me hables, pinche escuincle-reclamó la mamá de Pete-. Ni involucres a tu amigo en esto.

-Mamá, me gustan los vatos-dijo Pete, sintiendo como si en su pecho se dejara de sentir una opresión. Entonces tomó la mano de Patrick, como para que la situación fuera obvia-. Estoy con Patrick, me gusta mucho desde hace tiempo y estoy realmente feliz con él. Vamos a cumplir cuatro meses, y... No te había dicho porque no quería que te decepcionaras de mí. No me gustan las morras, perdóname.

Doña Dale miró a ambos y asintió levemente.

-Chingada madre, Pedro; todas las madres conocen a sus hijos. ¿Crees que no sospechaba nada?

-Eh... Entonces, ¿No me vas a desheredar y a negarme como hijo tuyo?-. Pete estaba sudando.

-No, pendejo-. Su madre lo miró a los ojos-. Pues, es tu vida. Yo te voy a respetar mientras seas feliz y no dañes a nadie. ¿Qué puedo hacer? No me voy a poner a llorar.

Patrick sonrió y le dio la mano a Doña Dale.

Todo parecía ir de maravilla, no obstante estaban olvidando un pequeño detalle.

-Eso sí, no sé cómo le vayas a hacer, pero tu papá lo tiene que saber también-. Esas palabras de su madre hicieron a Pete estremecer.

-Verga, güey...

emo trinity mexican |peterick; frerard; joshler; brallon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora