siete; ropa sucia

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Al día siguiente, Brendon despertó sabiendo perfectamente que no iría a la escuela. Aún estaba devastado, y sabía que el ver a Dallon con otra sería diferente, y sin duda doloroso.

Pero cuando su madre se enteró del plan de su hijo casi lo jaló de la oreja, y a chanclazos hizo que se vistiera y bajara a desayunar.

—¡Pero él rompió mi corazón, mamá!

—Y yo le voy a romper el hocico a usted si no va a la escuela, chistosito—le dijo su madre.

El frentón no tuvo opción y se dirigió a la parada del micro más temprano que de costumbre, pues Dallon iría con Breezy y no soportaría verlos juntos.

Para su mala suerte, en el micro le intentaron robar su cartera, una bendición que no paraba de berrear ya lo tenía hasta la puta madre, en una parada se subió un wey vendiendo discos piratas de cumbias y salsas y para acabarla, el chofer no se detuvo en su parada, por lo que tuvo que caminar aún más.

Cuando llegó a la escuela, enseguida notó algo extraño. Por alguna extraña razón la mayoría de los de su salón estaba leyendo algo que parecían ser invitaciones, pues eran unas tarjetas rosa con decoraciones.

Confundido entró a su primera clase, donde vio a Andy, Frank y Hayley platicando, con una invitación cada uno.

—Eh, hola—saludó Brendon, integrándose a la plática.

—¿Qué pex?—dijo Hayley.

—Oigan, ¿De qué es esa invitación rosita?

—¿No sabías?—preguntó Andy Hurley—. ¿Qué no te han invitado?

El castaño negó con la cabeza.

—Es una invitación para los quince años.

—¿De quién?

—No mames, sí que te falta socializar más —dijo Frank—. Son para los quinces de la Breezy.

Brendon abrió mucho los párpados, tanto que le dolieron.

—Ay, pues eso lo explica todo—dijo.

—¿Qué cosa?—preguntó Andy.

—No me invitó porque no me quiere ahí, está claro.

—A la verga, ¿Por qué?—Hayley se acercó más, como vieja chismosa.

Brendon dudó en decirles, pero al fin y al cabo ¿qué podía suceder?

—Es que esa vieja está celosa de mí—dijo con superioridad—. Quiero con su wey.

—¿Con el Deilon?—Andy cubrió su boca con la mano, sorprendido.

—Ah numa—dijo Frank.

—Qué fuerte, bro—opinó Hayley.

—Pero no digan nada de esto, no se mamen—pidió Brendon.

—Pues sí wey, no mames—Hayley lo miró con la misma jeta que el señor de la tienda.

—Aunque... sólo por curiosidad, ¿Dónde van a ser?

emo trinity mexican |peterick; frerard; joshler; brallon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora