– ¿Ángel? – La voz de mi madre me llamaba desde la sala.
– Sí, soy yo – Respondí.
Segundos después tenía a mi madre asfixiándome en un abrazo de oso.
– ¡Oh por Dios! ¡Estaba tan preocupada! No llegabas, dijiste que ibas a estar aquí hace alrededor de cuatro horas, tu teléfono está apagado y luego esas noticias, creí que iba a morir de la ansiedad, ¡No vuelvas a hacerme algo así! – La voz de mi madre sonaba ahogada, como si intentara contener el llanto.
La abracé para tranquilizarla.
– Tranquila mamá, ya estoy en casa, puedes calmarte ya, ¿De qué noticias hablas?
– Al parecer hay un grupo de mujeres que están agrediendo chicos jóvenes entre los dieciséis y los veintisiete años – explicó mi padre acercándose a nosotros.
– ¿Qué? ¿Por qué?
– Al parecer son tradicionalistas. Creen que, si en un principio las mujeres eran quienes daban vida, entonces lo natural es seguir con ese curso, así que "tomaron" el caso en sus manos. Creen que están arreglando el mundo y volviendo a lo que debía ser – Por el tono de mi padre podía saber que la sola idea le parecía absurda.
– ¡Estaba tan preocupada! ¡Pensé que eras una víctima más! ¡Que alguien te había atacado! – mi madre ahora si estaba llorando.
Mi padre la alejó de mí y la estrechó en un abrazo. Yo seguía sorprendido por la reciente información.
– ¿No saben quiénes son? – pregunté con el ceño fruncido.
– Usan mascaras para ocultar sus identidades. Han hecho ataques en otras ciudades, hasta ahora no ha habido uno aquí, pero las autoridades están tomando medidas de seguridad, hay ocho chicos en el hospital y uno no sobrevivió al ataque –dijo mi papá.
– ¿Pero es que piensan acabar con la población masculina? ¡Ellas no pueden concebir por si mismas! ¡Si las destinadas femeninas necesitan fertilización artificial para concebir! – el asunto se me hacía estúpido.
– Creo que eso estaba fuera de sus planes, la idea es impedirles concebir hijos, no buscan esterilizar y mucho menos asesinar, solo quieren que dejen de incubar, por llamarlo de alguna forma.
– Están locas.
– Solo no regreses tarde, cariño, y definitivamente no andes solo por ahí – me ordenó mi madre.
– No estaba solo, mamá – la tranquilicé.
– ¿Con quién andabas? – ahora sonaba interesada.
– Con un... – no sabía que responder.
¿Qué era Dante para mí? No éramos tan cercanos para ser amigos, pero no era solo mi profesor, una parte muy pequeña de mi cerebro me grito que era mi alma gemela, pero la callé rápidamente.
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Nada está escrito
Teen FictionLuego de múltiples guerras y batallas, la humanidad se redujo a un cuarto de su población original. Desesperados por su cercana extinción, los científicos se vieron en la obligación de solucionar el problema de la desaparición de la raza humana y, c...