CAPITULO I

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GLOSARIO DE TÉRMINOS

1. Sgian-dubh: Es el nombre gaélico escocés de un pequeño puñal que forma parte del traje tradicional de las Tierras Altas de Escocia.

2. Piuthar beag: hermanita en gaélico escocés.

***

Entre las montañas de Las Highlands, de sus bellos paisajes y verdor, se encontraba el enorme castillo del clan MacCallum.

La estructura permanecía imponente bajo el sol de la mañana, mientras la brisa soplaba templada y tranquila sobre cada ser que se encontraba en el exterior; sin embargo, aquella tranquilidad no era la que se respiraba dentro de las paredes del recinto.

Los sirvientes que residían y mantenían en orden el castillo parecían haber desaparecido del ala este del lugar, y todo parecía indicar que la razón de aquella anomalía era la aterradora discusión que se escuchaba desde fuera del gran salón.

El hijo del Laird de aquellas tierras se encontraba exaltado y lleno de rabia por las palabras que salían de la boca de su padre. Le parecía completamente innecesario lo que el viejo Duncan había planeado para él, sin su consentimiento, pero no había encontrado forma de hacerle entender.

—He pasado largo tiempo fuera de estas tierras, apenas tengo cinco soles aquí y ¿deseas que me embarque en un viaje a tierras MacLachlan para, nada más y nada menos, que desposarme con una mujer que ni siquiera conozco?

—Sí, Dante —recalcó una vez más Duncan, con la autoridad que lo caracterizaba—. Te he otorgado cinco soles para que tú y tus guerreros descansasen lo suficiente, ahora debes ir allá y cumplir.

—Ya veo —murmuró—. Entonces, ¿esta ha sido la verdadera razón por la que el Laird Alfred estuvo por estos lares más tiempo que los demás representantes, en aquella reunión a la que no fui invitado? —negó con la cabeza, incomodo.

—Entre otras cosas... —respondió su padre, impasible.

Dante exhaló.

—Es incomprensible para mí, la razón por la que deseas esto y desearía, si no es mucho pedir, que me incluyeras en lo que planeas, pues esto definitivamente no ha sido al azar.

Duncan respiró con profundidad.

—Ciertamente no ha sido al azar, hijo mío —se acomodó en su asiento—. Tu unión con la joven MacLachlan ha sido coordinada para unir fuerzas y de una vez por todas derrotar a MacCleud —dijo y, entonces, Dante entendió lo que significaba—. Esta ha sido la condición de Alfred para ofrecer sus guerreros a nuestra causa y restaurar nuestra familia. Estuve completamente de acuerdo con ello, debido a que ya es tiempo que desposes a una buena mujer y ofrezcas descendencia a nuestra familia, en vez de estar jugueteando con aquella muchacha que no te deja ni a sol ni a sombra —Duncan observó a su hijo con determinación—. Dicho esto, entenderás que tu deber es ir a tierras allá y volver del brazo de la hija de Alfred, por el bien de nuestro clan y por el bienestar de nuestra familia.

Dante quiso rebatir la decisión de su padre, pero no era tonto, sabía que el viejo tenía toda la razón, solo había esperado que hubiese una solución que no involucrarse desposarse con una mujer que probablemente no fuera de su gusto.

Pues cuando un clan poderoso como el MacLachlan, ofrecía a su hija como moneda de cambio, algún defecto habría de tener...

En aquel momento debió asumir su destino: viajar a aquellas tierras y atar su vida a una mujer que desconocía. Una mujer que probablemente no representaría desafío alguno para él. Una que posiblemente fuera todo, menos atrevida o decidida. Pero, sobre todo esto, podría ser simplemente fea.

La Fiera del Highlander (Secretos en las Highlands 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora