Ginza

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Llegué corriendo al colegio, de nuevo estaba llegando tarde. Hoy sería una de las millones de fiestas que celebraban cada año, habría baile, lo que todos esperaban, menos yo. Sí, me gustaba bailar, pero no hacerlo en el colegio, y peor con la música que ponían ahí.

Con Layla fuimos a caminar alrededor del colegio, como lo hacíamos siempre.

La música comenzó a resonar, el baile había comenzado. Nos sentamos en el edificio grande para burlarnos de los que bailaban mal. Me percaté de dos figuras muy familiares; era Alexander bailando con Rebeca; lo que era extraño, pues a Alexander no le simpatizaba Rebeca. Me levanté del asiento y le pedí a Layla que fuéramos a comer, me apoyó y nos fuimos de ahí. Terminamos de comer, y Layla me pidió volver al lugar donde estábamos anteriormente, accedí dudosa y la seguí. Comenzamos a reír cuando vimos a Dylan, un compañero de clases, bailando a su manera. Visualicé a lo lejos a Alexander bailando, pero no estaba sólo, estaba bailando nada más y nada menos que con Jennifer, con la zorra de Jennifer, en ese momento estaba sonando una de las canciones más populares de la época, Ginza de JBalvin. Bailaban muy pegados a mi forma de ver las cosas. Aunque no me gustaba el reggaetón, siempre la canté,  sin embargo en ese momento no quería ni siquiera oír el nombre de esa canción y no sabía por qué.
Le pedí a Layla que nos fuéramos al segundo edificio, había entrado en un tipo de bajón emocional, y la verdad no entendía por qué me pasaba eso.
Cuando llegamos nos sentamos en uno de los kioskos y lo primero que hice fue acostarme sobre mi brazo y cubrirme con mi sudadera. Así pasaron los minutos hasta que sentí la mano de Layla sobre mi cabeza, me preguntó si me pasaba algo y le dije que quizá Andrés estaba por llegar y por eso el bajón emocional. Me pidió que fuéramos a caminar de nuevo; a pesar que no quería ir a donde estaba el baile, no podía ser egoísta y obligarla a estar ahí, así que acepté. Cerca de uno de los salones estaba sentado Edgar y como Layla era amiga de él, nos acercamos a hablarle.

Lay: Hola Edgar.

Edgar: Hola chicas, ¿Qué hacen?

Lay: Nada en especial.

Edfar: Oh bueno, creí que estarían bailando —dijo antes de reír.

K:  No, no soy mucho de baile —dije acompañando su risa.

Lay: Mi novio no vino, sino ya estaría bailando con él.

E: Hablando de bailarines, ¿no han visto a mi hermano?

Lay: Sí, estaba bailando con Jennifer hace unos minutos.

Edgar: ¿Con Jennifer? Parece que esa niña trae loco a mi hermano.

Sentí como si mil camiones pasaran  sobre mí, aplastándome con todas y cada una de sus ruedas, incluyendo la de repuesto. Me dieron náuseas y corrí al baño, escuché la voz de Layla llamándome, no hice caso y entré a uno de los sanitarios, me senté sobre la tapa y cubri mi rostro con mis manos y cabello. Layla abrió la puerta fuertemente; había olvidado poner seguro. Me tomó de los brazos, yo seguía sin quitar mis manos de mi rostro; Layla me abrazó, sabía que lo necesitaba.

Lay: Kyle, dime la verdad, ¿Estás teniendo más problemas en tu casa?

K: Am, sí Lay, sí estoy teniendo problemas y me están poniendo mal.

Lay: Tranquila mi Kyle, todo estará bien. —Dijo mientras me abrazaba de nuevo.

Pasamos casi diez minutos en el baño.  Comencé a contarle lo que pasaba en mi casa. En serio, hasta yo quería convencerme a mí misma que era por eso que me sentía mal y que no era otra cosa lo que había comenzado a afectarme.

Cuando terminó la fiesta nos fuimos a casa, mamá llegó a recogerme, y casi inmediatamente le conté que Alexander había bailado con Jennifer ¿Para qué le conté eso?Ella me dijo que aunque en la Iglesia nos habían enseñado que esos bailes eran peligrosos, era decisión personal el bailarlos o no. Estaba por retirarme y escuché una voz.

¿Amor? O ¿Desamor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora