Míster Libido (R#0)

5. Seducción promiscua

Elena

Lo sabía, las fiestas no son lo mío. Apoyo la copa delicadamente en la barra y le aviso a mi amiga que me iré. Me levanto y camino hacia la salida. Una mano me detiene, entonces me giro, visualizo a un hombre alto, rubio y encima guapo. Si no fuera porque soy una mujer educada, me tiraría sobre él. Es un buen partido.

Miro mi mano la cual sostiene y frunzo el ceño.

—Exijo que me sueltes —Lo vuelvo a observar a sus ojos cafés.

—¿Ya te vas? ¿tan pronto? —Sonríe de lado —Te estuve viendo y tú ni siquiera notaste mi presencia —Pone mi mano a la altura de su corazón —, estoy dolido.

—A tu manera de coquetear le falta gracia, pero te dejaré irte con dignidad si me sueltas la mano —advierto para ver si logro deshacerme de él.

El rubio se ríe.

—No tengo dignidad, cariño —Se acerca a mi oído —. Estoy perdido en el mundo de la lujuria, el cual está encendido gracias a tu presencia.

¿Qué clase de promiscuo piropo es este?

Mis mejillas arden y me sobresalto cuando agarra mi cintura desprevenida.

—¿Qué haces?

—¿No bailas conmigo señorita... —susurra cerca de mis labios y la piel se me eriza —Elena, ¿verdad?

Comenzamos a movernos al ritmo de la música que ahora ha cambiado a lenta.

—¿Cómo sabes mi nombre? —Lo miro directo a los ojos, confundida.

—¿No quieres saber el mío? —Siento sus dedos en mi espalda y me muerdo el labio inferior.

—No.

—Uh, me siento triste —Hace una mueca —pero te lo diré... —Me da un giro y luego me acerca nuevamente a su cuerpo. Se me escapa un suspiro cuando su boca está cerca de la mía —soy Adrián.

Que seductor.