31. Es culpa de Adrián

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Elena

Sigo recostada en la cama mirando hacia al techo. Hay silencio en el cuarto, Edel ya se ha ido, pero mis propios gritos siguen en mi memoria sin dejarme en paz. No sé cuánto tiempo he permanecido quieta en este colchón, pero tomo la poca fuerza de voluntad que me queda para sentarme. Me miro, mi cuerpo está lastimado, por el forcejeo que hice, aunque no sirvió de nada resistirme, no logré quitarlo de encima. Muevo la cabeza angustiada, necesito dejar de pensar en esto, presiono mis puños en las sábanas, pero no puedo, sigue en mi mente la situación.

Me levanto de la cama, camino despacio y me agacho para agarrar mi ropa, me visto despacio. Luego me acerco al teléfono de línea que tengo en la planta baja. Me siento en el suelo marcando el número de mi madre. Llamaría a mi amiga, pero sé que está trabajando.

—Oh cielos, Elena ¿Eres tú? —expresa al contestar —¿Cariño? —Hago silencio —¿Estás ahí? Desde que te llevó ese Ricoy, no sabíamos nada de ti, nos preocupamos y...

—Mamá —digo angustiada.

—Oh cariño, estás llorando ¿Qué pasó? Háblame.

—Edel... él...

No puedo decirlo, no puedo.

—¿Qué ocurre con él? ¿Le pasó algo?

—No... —Niego moviendo la cabeza aunque no puede verme —él...

—¿Qué pasa? No te quedes callada, me estás preocupando.

—¿Puedes venir a casa? —Trago saliva.

—Sí, claro, voy enseguida —Cuelga la comunicación primero.

Me mantengo en el suelo, estática hasta la llegada de mi madre, el timbre suena y me levanto. Abro la puerta, entonces me mira con sorpresa al verme como estoy vestida.

—Oh cariño ¿Por qué tan desarreglada? Tú no eres así —Cierra la entrada ya que yo no lo hago —¿Dónde está la mucama? Te ves fatal —opina.

—No sé —me limito a decir.

—¿Qué pasó? —Me toma de los brazos y reacciono —¿Cariño?

Abro la boca despacio.

—Yo... —Bajo la vista.

—¿Tiene que ver con ese Ricoy? Con tu padre estuvimos averiguando sobre ese hombre, está metido en cosas raras, no debiste fugarte con él.

—No... no tiene que ver con Adrián —Me aparto.

—Hasta lo llamas por su nombre —expresa molesta —¿Puedes decirme qué ocurre?

Nuevas lágrimas salen de mi rostro, empapándolo por completo.

—Edel... —Trago saliva —él...

—Elena por favor, deja de llorar y aclara de una vez esto.

Me muerdo la lengua, luego tomo aire para responderle.

—Edel me violó.

Se forma un silencio.

—¿Qué? —exclama estupefacta —Repite eso —exige.

—Ya, ya lo dije, no puedo repetirlo otra vez —Me abrazo a mí misma.

—Elena ¿Sabés lo que significa eso? Es una acusación muy grave ¿Qué mentiras te metió ese Ricoy en la cabeza?

—¡¡No es una mentira!! —le grito frustrada y se sobresalta, nuevas lágrimas salen de mis ojos —Le aclaré que no lo amaba y no quiso entenderlo, decidió forzarme para demostrar algo sin sentido, está loco, entiéndelo.

Se queda en silencio hasta que suspira decepcionada.

—Oh cielos, yo le dije a tu padre, sabía que no debía dejarte sola hasta que te casarás. Ay Elena, si me hubieras escuchado cuando te viniste a vivir sola.

—¿Me estás culpando? —expreso indignada —¿Qué te pasa? Acabo de decirte que me violaron —expreso en un lloriqueo con mis labios temblando —¿Qué clase de argumento es ese? Yo solo quería tu consuelo y me dices esta porquería —Más lágrimas mojan mi rostro —¿Qué quieres demostrar con esto? No entiendo.

De repente me abraza y me sobresalto.

—Oh lo siento cariño, tienes razón, no es tu culpa, perdóname, me dejé llevar por la rabia, todos sabemos quién tiene la culpa de todo esto.

—S... sí —expreso nerviosa.

—Ese tal Adrián.

A penas dice eso la empujo, alejándome de sus brazos.

—¡¿Qué estás diciendo mamá?! —grito indignada.

Es la segunda persona que me quiere meter en la cabeza que Adrián tiene la culpa.

—Si no te hubieras ido con él, Edel no hubiera hecho eso —dictamina severa —. Edel es un buen chico, no anda en estafas y además, no es ningún Ricoy, grábatelo en la cabeza.

—Mamá... ¿Qué estás diciendo? No puedo créerlo —Respiro con agitación —¿Estamos hablando de la misma persona?

—Sé que estás enojada con él cariño, pero haremos que se disculpé.

—Una disculpa no arreglará mi integridad física.

—Lo sé cariño, lo sé. Llevará tiempo, pero lo solucionaremos.

—No voy a perdonarlo —exclamo determinada —eso nunca.

Ni siquiera puedo mirarlo a los ojos, lo único que siento por Edel es terror.

—Bueno, no pensemos en eso ahora, ve a ducharte mientras llamo a un servicio para que empaque tus cosas, te irás de esta casa lo más pronto posible, quedarte aquí no te ayudará a superar este horror.

—No puedes elegir por mí, soy mayor de edad —expreso molesta.

—Serás mayor de edad, pero tu dinero sigue saliendo de mi bolsillo, ya que tú trabajas en la empresa de la familia, así que por ahora yo decido donde te quedas o no, no voy a permitir que te hundas por culpa de ese Ricoy otra vez.

¿Por qué todos me dicen eso? Como si él hubiera hecho algo malo. Me quieren lavar el cerebro y voy a empezar a creerles. Mi fuerza de voluntad está por los suelos como para discutir algo así.

Míster Libido (R#0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora