Elena
Me volví tan dependiente, el miedo me convirtió en esto, no he decidido por mí misma en mucho tiempo.
Entro a la que parece ser la casa de Adrián, nunca había estado aquí, el living es espacioso. El rubio agarra mi mano y me guía hasta el sillón, así que me siento allí, luego me regala una sonrisa.
—Te conseguiré ropa —me aclara y me miro dándome cuenta que todavía sigo en bata.
Que verguenza.
—No sé qué voy a hacer ahora —Suspiro.
—Si quieres quedarte con la bata no me molesta —bromea.
—No me refería a eso —Ruedo los ojos.
—Lo sé —Se ríe, luego se agacha hasta mí y retrocedo —. Lo que tú quieras —contesta a mi anterior acotación.
Suspiro.
—Mi madre le dirá a mi padre lo del bebé, y no quiero —Mis ojos se humedecen.
Apoya su mano en la mía.
—Si tu padre te quiere, lo entenderá —Me mira con ternura.
Alzo la vista.
—¿Tú crees?
—¿No me dijiste que se preocupó cuando desapareciste la primera vez? —Arquea una ceja.
Sonrío.
—Bueno, sí —Suspiro y observo hacia un costado —. Es que no hay mucho vínculo, así que no sé.
—No te preocupes, nadie sabe lo que vendrá en el futuro.
—Tienes razón —Miro su mano sobre la mía que está apoyada en mi pierna —¿Podrías...
—Lo siento —Aleja sus dedos de mí —. Sé que es incómodo, me disculpo, no fue a propósito.
—Está bien.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Sí.
—¿Todavía piensas que todo esto que pasó es mi culpa?
Niego moviendo la cabeza.
—No puedo responderte a eso Adrián, sé que no, pero...
Suspira.
—Te entiendo —me interrumpe —, no tienes que explicarme nada, pero desde ahora haremos las cosas a mi manera, ¿de acuerdo? —Se levanta para dejar de estar agachado a mi altura —No quiero que vuelvas a la casa de tus padres, te hace mal ¿Por qué no te quedas aquí? —me ofrece tranquilo, entonces frunzo el ceño —¿Dije algo malo? —Ríe mostrando sus nervios.
—Eso es indecoroso —opino —. No puedo vivir en la casa de un hombre que no es mi marido.
Se ríe pero esta vez con confianza.
—Me encanta tu estilo tan refinado que tienes, pero eso se puede arreglar —Sonríe ampliamente.
—Ah no, eso sí que no —Me levanto de manera abrupta del sillón —. Ni lo pienses.
—¿Te casas conmigo? —dice de repente lo que sabía que preguntaría sin poderlo detener.
—¡No! —grito nerviosa.
—¡Sí! —repite él.
—¡No! —Vuelvo a decirle.
—¿Por qué no? —Hace puchero.
—Es una locura, eres un Ricoy, y además... —Mis mejillas se sonrojan al pensar lo que viene después —no puedo —Bajo la vista nerviosa y respirando agitada.
—No voy a hacer nada —me aclara y alzo mi visión rápido.
—No puedes, eres Míster Libido.
Se ríe y luego se pone serio.
—Hallaré la manera de no serlo más —expresa determinado.
—No serás feliz —Niego moviendo la cabeza.
—Elena, yo decidiré eso —Me agarra de los brazos y me estremezco —. Ahora tú elige que quieres hacer ¿Ya no me amas, mi Julieta?
Me río y miro hacia un costado.
—Eso es trágico.
—¿Me amas o no? —insiste entonces al fin lo observo.
Mis mejillas arden.
—Sí, te amo Adrián Ricoy, quiero casarme contigo.
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Míster Libido (R#0)
Short StoryAdrián Ricoy tiene un serio problema con su deseo sexual, no puede parar. Tanto es así, qué en su barrio hasta le pusieron un apodo. Míster Libido, es divertido, carismático. Esa emoción que tiene es lo que le falta a Elena ¿Será qué la correcta y s...