40. Remodelar la casa

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Elena

No es una buena decisión.

Estoy arrepentida.

No puedo casarme con Adrián.

Pero no tengo otra opción.

No puedo volver a casa.

Estoy asustada.

No es que no lo ame pero...

No confío en nadie.

Gotas caen manchando el lavabo, el cual estoy parada en frente, entonces la puerta del baño se abre y me sobresalto, puedo ver preocupación en su gesto.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta Adrián lo evidente y me quita el cuchillo —No hagas eso.

Muevo despacio mi vista, miro mi muñeca cortada, está manchada con bastante sangre, pero ni me inmuto, quedo completamente quieta y sin expresión.

—Solo quería ver si aliviaba el dolor.

Me agarra de los hombros de repente.

—¡Elena, reacciona!

Mis ojos se humedecen y todas las lágrimas contenidas caen en cantidad sobre mi rostro.

—No puedo...

Suspira.

—Tienes que pensar en cosas bonitas, ¿qué tal el bebé?

Niego moviendo la cabeza.

—No...

—Piénsalo, quizás puedes buscar nombres, y mantienes la cabeza ocupada.

—Que no —Miro hacia un costado enfadada —¿Y si es niño? Que horror —opino.

—Elena, no puedes pensar así del bebé, ni nació, y si es un varoncito, con tu tutela, sería un gran hombre.

—No quiero hablar de eso.

—Hablemos de la boda entonces —Me sobresalto cuando toca el tema.

—No... no sé si quiero, debería haberme ido hace tiempo de aquí —Me aparto y camino en dirección a la puerta pero me detiene agarrándome del brazo —. Suéltame, Adrián.

—¿A dónde vas a ir?

Se hace un silencio y bajo la vista hasta que hablo.

—Tienes razón pero...

—Elena, sigamos con los planes de la boda ¿Qué te parece remodelar la casa para que te sientas cómoda? —Me sonríe.

—Mm... —Abro la boca despacio —no sé.

—Di que sí, le pediré a Jairo que te traiga todo lo que necesites, ¿de acuerdo?

Mis mejillas se sienten calientes, así que bajo la vista avergonzada.

—E... está bien.

Sonríe ampliamente.

—Genial.

Míster Libido (R#0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora