35. Desprecio y destrucción

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Adrián

Elena no siente nada por mí ¿Ahora qué haré con mi vida? Parezco obsesionado. Tengo que empezar de nuevo y volver a mis tiempos de mujeriego, pero no tengo ganas. Aunque si no atiendo mi libido pronto, estaré en graves problemas.

—¿No creen que hace mucho calor? —les digo a mis amigos mientras estoy sentado en la silla de mi escritorio de la empresa familiar.

—Míster Libido, solo tienes que buscar alguna chica y listo —sugiere Jacob —. Ya olvida a esa mujer, te estás matando.

—Vivo en un horno, ¿sabías? —Me río —Tengo que ver a un doctor.

—Nunca te quejaste de tu libido hasta ahora —opina Jairo.

—Es que ahora ya no quiero acostarme con cualquiera —Bufo.

—Acéptalo de una vez —me reprende Jacob —, esa mujer te rechazó, ya no estarás entre sus piernas nunca más.

—Lo sé, lo sé —Suspiro pesadamente —¿Pero qué hago?

—Salgamos a un bar y enamórate de otra —Hace una sonrisa amplia.

Ruedo los ojos.

—Mejor me la corto, sería más fácil.

—Solo intenta salir un rato —sugiere Jairo —, sino funciona, al menos se te habrá ido la calentura.

Bufo e inclino la espalda hacia el respaldo de la silla.

—Vale, de acuerdo, me convencieron, pero no voy a encontrar nada allí.

Rato después al ir a un bar, consigo algo, aunque en realidad, no ha cualquier chica.

—¿No es Elena la que está sentada en uno de los bancos de la barra? —pregunta Jairo.

—Es el destino —se burla Jacob y ruedo los ojos.

—Mejor vámonos —Me giro.

—No seas descortés y ve a saludar.

Lo miro de refilón.

—Te mataré —le digo al cobrizo y se ríe, aunque igual le hago caso.

Camino hasta ella y su compañía, la misma chica que estuvo en el bar la vez que me conocí con Elena. En esta ocasión están hablando muy concentradas, así que no interrumpo su charla, me siento a unos bancos cerca de allí y pido algo para beber. Mis amigos hacen lo mismo, nos quedamos oyendo, disimulando sin hacer ruido, para que no se den cuenta, aunque de todas formas la música ya está alta, pero por las dudas.

—Al parecer su conversación se nota seria —opina Jairo y toma un sorbo de su cerveza.

—Uh muchachos —exclama el barman, es un conocido que tengo, así que nos habla con confianza —si están intentando ligar con esas chicas no se los recomiendo, se encuentran hablando de un tema delicado.

—¿Delicado como cuánto? —Alzo una ceja y el hombre se acerca a mi rostro, para hablar bajo.

—Violación —susurra luego mira en dirección a las chicas —. La rubia parece que lo pasó muy mal, su exprometido se sobrepasó con ella, intenta superar sus miedos o algo así escuché.

¿Elena?

Me levanto de repente y ahora sí me acerco hasta ella. Necesito saber qué está ocurriendo realmente, quiero respuestas.

—Baby —la llamo por uno de los tantos apodos que le he puesto.

Sus ojos grises se giran hasta mí, sus labios tiemblan al hablar.

—Adrián.

Su amiga se levanta de su asiento y se pone delante de mí.

—Disculpa, pero nos estás interrumpiendo y por lo que sé, ella no quiere hablar contigo —La mira para ver su reacción —¿Verdad?

Elena asiente, dándole su consentimiento a su defensa, aunque sigo sin entender qué hice.

—Si tengo la culpa de algo, exijo que me digan cuál es —dictamino.

—Mira, no tengo nada en contra tuya, pero si Elena no quiere hablar contigo, no puedo interceder —me aclara —. Respeta su decisión.

—Escúchame bonita —Jacob se pone delante —, ya estamos grandes, deja que los adultos se arreglen solos, mientras tú y yo podríamos...

La castaña levanta una de sus uñas rosas, con pequeños detalles de perlas pegados en estas, entonces le interrumpe el ligue.

—Primero, ahórrate tu absurdo intento de seducción —Levanta su otro dedo —. Segundo, háblame así de nuevo y te la corto, y tercero —Apoya sus manos en los hombros de él y luego le da una patada en la ingle, entonces mi amigo retrocede adolorido —, vas a necesitar un hielo ahí.

Ah su amiga es de las rudas, necesito un plan B, miro a Jairo.

—Tu turno.

El morocho bufa y se acerca.

—Señorita, sé que intenta proteger a su amiga, pero mi amigo no quiere hacerle daño, al contrario, solo desea aclarar la situación para que todo este mejor, quizás si se hablan, hasta logre que él se vaya.

La castaña alza una ceja.

—Mm buen argumento —Mira a la rubia —pero tú tienes la última palabra.

Elena suspira y al fin cede.

—De acuerdo.

—Me quedaré por aquí cerca —Señala la pista de baile y luego me observa desafiante —, pero te estoy vigilando —me amenaza y luego observa a mis amigos —. Muévanse que estos dos tienen que conversar a solas —ordena con un tono autoritario y luego se retira contoneando las caderas.

Mis amigos le hacen caso y yo me acerco a la chica que me consigue acelerar el corazón, me siento a su lado, pero ella ni me mira.

—Elena... —Acerco mis dedos y ella aleja los suyos —sé lo de Edel —digo directo y se sobresalta —. Bueno, solo parte —Pongo la mano en mi nuca nervioso, luego la bajo —, el barman me comentó algo ¿Por qué no me llamaste? —Suspiro —¿Sabés que puedes contar conmigo cierto? A pesar de que tú...

—Sí, no siento nada por ti —Completa lo que iba a decir —, por lo tanto no tengo porqué llamarte —expresa fríamente como la última vez que hablamos.

—¿Por qué me haces este desprecio? ¿Qué te hice?

—Nada —Hace una pausa —. Es solo que... no puedo estar con nadie —Alza la vista y al fin me mira —. Menos contigo, Míster Libido —me llama por el apodo por el que todos me nombran en el barrio y lo dice con mucho dolor —. No puedo estar con alguien como tú —expresa angustiada, lo veo en sus ojos —, y... y además eres un Ricoy —Baja la vista —, ya te lo aclaré, arruinas mi reputación.

Bufo.

—Elena, creí que eso estaba aclarado, sigo sin entender tu odio.

Frunce el ceño.

—Es tu culpa, eso pasa —Sus ojos se humedecen y sigue mirando hacia abajo, sus dedos se presionan fuerte por lo nervios —. Ya te dije todo lo que tenía que aclararte, por favor vete —Se sobresalta cuando agarro su mano, entonces alza la vista, tiembla ya que yo me acerco a su rostro —. Soltame —expresa asustada y sus ojos están a punto de derramar sus lágrimas.

—Voy a encontrar a Edel, y lo voy a destruir, hasta que solo queden cenizas de él.

Hace un jadeo y la suelto, me levanto del asiento para retirarme.

Míster Libido (R#0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora