45. Malentendido

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Adrián

Llego del trabajo, pero no bajo de mi coche, veo una camioneta extraña en frente de mi casa, y visualizo como alguien empuja a Elena adentro del vehículo.

¿Ese no es...?

No hay tiempo ni de pensar, que sigo a la furgoneta que se aleja a gran velocidad, así que acelero mi auto para alcanzarla. Se detiene en un puente, así que estaciono también. Visualizo a Edel, como sospeché, baja del vehículo, entonces hago lo mismo.

—Secuestrar a una mujer embarazada ¿A dónde llegan tus límites? —digo molesto.

—Mira quién lo dice —expresa con un gesto frío el captor.

—Lo mío es consensuado, lo tuyo en un delito.

—¡Te la llevaste muchas veces, no permitiré que lo hagas de nuevo! —grita furioso e indignado.

Aunque yo debería sentirme así, pero voy a mantener la calma, no voy a rebajarme a su nivel.

—No es un objeto, y ya no tiene nada que ver contigo, es mi esposa.

—¡Tú arruinaste toda nuestra relación!

—Querido, yo no la arruiné, tu relación estaba arruinada, luego la terminaste de destruir, queriendo demostrar algo que no había, forzando a una mujer. Que por cierto, es una aberración lo que hiciste, deberías ser juzgado por la ley y volver derechito a la cárcel.

—¡Cállate! —Se acerca a golpearme y evito su puño al retroceder.

Uf, por poco.

—Quería ser civilizado, pero ya me cansé —Remango las mangas de mi camisa —. He querido hacer esto durante mucho tiempo —Le doy un golpe.

Pura suerte, pero logré lo que quería, y me encantó.

De un momento a otro terminamos dándonos puñetazos entre ambos, el consigue darme y yo repito unos cuantos golpes más.

No tengo idea cómo he llegado a esto, pero la siguiente trompada, lo hace golpearse contra el barandal del puente y cae inconsciente al suelo, hay mucha sangre en su cabeza.

Mala señal.

—¡Adrián! —chilla Elena desde la camioneta y por un momento me distraigo de lo que acaba de suceder.

Corro hasta ella y abro la puerta del vehículo, entonces mi esposa baja.

—¿Estás bien? ¿Te hizo algo? —pregunto preocupado y niega moviendo la cabeza.

Oigo las sirenas de la policía y miro que Edel sigue tirando en suelo.

Esto se ve muy mal.

—Los vecinos debieron haber llamado —acota Elena.

Los vehículos policiales estacionan y no tengo idea cómo, es un malentendido, pero termino arrestado de todas formas.

Míster Libido (R#0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora