Primera Parte: EL REFUGIADO - CAPÍTULO 8

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CAPÍTULO 8

Cuando entré en la casa, Nora estaba sentada con el rostro desencajado en uno de los sillones de la sala. Tenía los ojos rojos por haber estado llorando, y apretaba un pañuelo blanco en la mano derecha. Mercuccio estaba sentado a su lado, confortándola.

—¿Qué pasó?— pregunté, alarmado.

Nora levantó la mirada llorosa hacia mí. Intentó hablar, pero no pudo. Mercuccio le apretó el brazo en gesto comprensivo y se volvió hacia mí para responderme:

—El doctor Strabons ha muerto.

—¡¿Qué?!

Sentí como si una tonelada de hielo se desmoronara sobre mi cabeza. Se me aflojaron las piernas. Temblando, me acerqué a uno de los sillones y me senté.

—¿Cómo...? ¿Qué pasó?— articulé con la voz ronca por el nudo que cerraba mi garganta.

Nora se secó las lágrimas con el pañuelo y respiró hondo, tratando de recuperar la compostura.

—La policía llegará en cualquier momento— le dijo a Mercuccio—. Tienes que sacarlo de aquí enseguida— agregó, mirándome de soslayo.

Mercuccio asintió en silencio y se puso de pie.

—Vamos— me dijo con un gesto de su mano.

—¿Qué pasó? ¿Qué tiene que ver la policía?— pregunté.

—Le explicaré todo en el camino. Por favor, acompáñeme. Tenemos que salir de aquí.

—¿Por qué?

—La policía no lo puede encontrar aquí— dijo Nora.

—No entiendo.

—Por favor— insistió Mercuccio—, las cosas ya son bastante complicadas como están, no lo haga más difícil. Venga conmigo. Le prometo que le explicaré todo cuando esté a salvo.

La seriedad del rostro de Mercuccio me perturbó más que la noticia de la muerte de Strabons.

—Está bien— cedí—. ¿A dónde vamos?

—A un lugar seguro— fue la evasiva respuesta. Luego se volvió hacia Nora: —¿Estarás bien?

—Sí, yo me encargaré de todo aquí— aseguró el ama de llaves—. Ya váyanse de una vez.

Mercuccio me condujo a la cochera y me hizo subir a la parte de atrás de un auto negro con asientos de pana gris y detalles de madera en el interior de las puertas. De inmediato traté de recordar el auto en el que Mercuccio me había ido a buscar al complejo de los hermanos del Divino Orden. Éste no era el mismo auto.

LA PROFECÍA DEL REGRESO - Libro II de la SAGA DE LUGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora