CAPÍTULO 40
Juliana y yo estábamos desayunando solos en el comedor. Mercuccio estaba trabajando en el jardín del fondo y Nora estaba limpiando la casa.
—Ayer me dijiste que las cosas habían comenzado a tener sentido, ¿a qué te referías?— le pregunté.
—Ayer usted me dijo que iba a contarme lo que pasó después de que cayó en el pozo— me retrucó ella—. Quid pro quo.
—De acuerdo— me rendí—. Desperté en un hospital en el centro de la ciudad. En la habitación conmigo estaba internado el viejo Strabons, el verdadero Augusto Strabons. Él sabía de mí. Me había estado buscando por años. Inclusive conocía algunas de las profecías de mi madre.
—¿No es demasiada coincidencia?— me preguntó ella, desconfiada.
—Toda mi vida ha estado marcada por coincidencias extrañas, como si mi destino estuviera predeterminado, como si toda mi vida fuera una especie de rompecabezas donde las piezas van encajando para formar la figura final.
—¿Y cuál es la figura final?
—No estoy seguro. En fin, Strabons me ayudó a salir del hospital y me hospedó en su casa. Luego Hermes lo mató. No tuve mucha oportunidad de hablar con él en realidad. Me hizo pasar por su nieto para que pudiera heredar su fortuna.
—¿Por qué lo mató Hermes? ¿Y por qué está tras de usted y tras de todos lo que lo conocen?
—Bress era su mejor amigo, me busca para vengar su muerte. Mató a Strabons para que no me pudiera contactar con él, pero llegó tarde, yo ya lo había conocido y había hablado con él. Supongo que como maté a su amigo, él quiere vengarlo haciendo lo mismo con los míos.
—¿Por qué quería evitar que contactara a Strabons?
—Porque Strabons era el único que podía ayudarme a volver al Círculo, a encontrar el portal.
—¿Y no puede usar el mismo portal por donde entró la primera vez?
—No, es complicado. Los portales tienen una ubicación en el espacio, pero también en el tiempo.
—Así que no solo es una cuestión de dónde sino también de cuando.
—Exacto.
—¿Qué pasa si después de tanto buscar el portal, encontramos su localización pero el punto temporal no es conveniente?
—Entonces tendremos que buscar otro portal que sirva.
—Claro— dijo ella sarcástica—. ¿Cómo no lo pensé antes? Seguro que hay cientos de portales por todos lados. No sé por qué nos cuesta tanto encontrar uno.
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LA PROFECÍA DEL REGRESO - Libro II de la SAGA DE LUG
FantasyPerdí el sentido en aquel maldito hoyo sin fin. No sé cuánto tiempo habré estado cayendo, lo cierto es que pensé que había muerto. Pero la caída en aquel pozo, que yo había creído era el final, fue en realidad un nuevo principio... LA PROFECÍA DEL R...